Por
Staci Osterman




¿Qué ven las personas cuando me miran?
¿Qué ven las personas cuando me miran? Esta es la pregunta que me hago frecuentemente. ¿Qué les atrae primero? ¿El color de mi pelo, el corte, mis ropas? ¿O el brillo radiante de mi cara? ¿Es algo exterior o algo que brilla desde dentro?
Nuestro mundo da gran énfasis a la belleza exterior de la mujer.
Constantemente somos invitados a usar las ropas del último grito de la moda, o el corte de pelo de acuerdo a la última tendencia, y mostrar los adornos más graciosos. Somos tentados a pensar que si no es por todo esto nunca nos sentiremos bien con nosotros mismos. Nunca seremos notados, nunca encontraremos el amor verdadero y la admiración que deseamos y merecemos. Sin embargo las Escrituras nos dicen que no es el maquillaje, el adorno o la vestimenta moderna lo que Dios desea ver. Él no está muy preocupado con lo que atrae la admiración superficial, sino con lo que ve en “el yo interno, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios” (1 Pedro 3:3, 4). Él valora la verdadera belleza de la modestia y la virtud.



Belleza interior. Cuando era joven me preocupaba mucho con mi apariencia. Quería parecer bonita, quería que mi pelo estuviera bien y que mis ropas fueran parecidas con las de mis amigas. ¡Mucho de mi valor propio era evaluado de acuerdo con mi percepción de cómo sería vista! ¿Me parecía con las otras? ¡Estaba a la moda! Recuerdo el día en el que le dije a mi madre que ya no quería vestirme como ella deseaba que lo hiciera. Quería usar las ropas bonitas que las otras niñas usaban. Alabo a Dios por mi madre sabia que me dijo: “Staci, antes de tomar cualquier decisión importante debemos preguntar la opinión de Dios. Quiero que estudies este tema por ti misma y después vengas y me digas lo que Dios te mostró”.



¡Sorpresa! Cuando inicié mi estudio en la Biblia y el Espíritu de Profecía con respecto a este asunto, no estaba convencida que Dios estuviera muy interesado con la manera en que me vestía. Pero a medida que fui leyendo comencé a notar que era muy específico en cuanto al estilo de ropa que era apropiado para mí como joven cristiana, y cuál no lo era. Me sorprendí con la cantidad de consejos dados. Sobre todo comencé a reconocer que el asunto de vestimenta realmente era una cuestión de mi corazón. Mi enfoque había sido en lo exterior cuando Jesús estaba interesado en mi interior – con mi relación personal con Él. Recuerdo la lucha que viví al conversar con Dios con respecto a mi vestuario. Quería saber si le agradaba. Al orar él comenzó a inundar mi corazón con el anhelo de ser verdaderamente bonita al permitirle darme la belleza interior.



El vestuario en la Biblia. Desde los días del Jardín del Edén, la vestimenta de las personas ha sido un símbolo de algo mucho más profundo que la ropa que cubre la piel. Antes del pecado Adán y Eva vestían un traje de luz difusa blanca. “Este manto de luz era un símbolo de sus vestiduras espirituales de celestial inocencia. Si hubieran permanecido fieles a Dios, habría continuado envolviéndolos. Pero cuando entró el pecado, rompieron su relación con Dios, y la luz que los había circuido se apartó. Desnudos y avergonzados, procuraron suplir la falta de los mantos celestiales cosiendo hojas de higuera para cubrirse”. (Palabras de Vida del Gran Maestro, p. 252). Esa cobertura de hojas de higuera era un símbolo de su justicia propia. “Las hojas de higuera representan el ropaje usado para ocultar la desobediencia” (Vidas que Falam, MM 1971, p. 17). Dios sabía que esas vestimentas indecorosas eran inadecuadas para la vestimenta y por eso confeccionó túnicas de pieles para la pareja culpable (Génesis 3:21). Ya que un cordero tuvo que morir, esas túnicas simbolizaban la justicia que recibirían por medio de la fe en el Salvador.

Obligatoriedad del cordón azul. Durante el período del Éxodo las ropas usadas por los israelitas tenían un significado simbólico especial. Moisés recibió la siguiente orden de Dios: “Habla a los hijos de Israel y diles se hagan unos flecos en los bordes de sus vestidos, por sus generaciones; y pongan en cada fleco de los bordes un cordón de azul… para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos de Jehová.” (Números 15:38, 39). El cordón azul simbolizaba el compromiso de ser obediente a Dios. Dios dio instrucciones notablemente detalladas en cuanto a las vestimentas usadas por Aarón, el sumo sacerdote. “Dios explicó todo detalle concerniente a las vestiduras de los que ministraban delante de él. Esto nos enseña que él tiene una preferencia con respecto a la indumentaria de los que le sirven. Fueron muy específicas las instrucciones dadas acerca de las vestiduras de Aarón, porque eran simbólicas” (Evangelismo, p. 199). Sus trajes declaraban a todos que había sido separado y consagrado para el servicio sagrado. Finalmente, el libro de Apocalipsis describe a dos mujeres, una virgen y una prostituta, representando dos sistemas de culto – el verdadero y el falso. Juan las describe por sus trajes, ya que éstos simbolizan su doctrina.

UN SÍMBOLO
La Biblia nos llama “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido” (1 Pedro 2:9). De modo que nuestra vestimenta es un símbolo. Hablando de la naturaleza simbólica de las vestimentas de Aarón, Elena de White escribe: “Así la indumentaria de los que siguen a Cristo, debe ser simbólica. En todas las cosas, hemos de ser representantes de él. Nuestra apariencia en todo respecto debe caracterizarse por el aseo, la modestia y la pureza.” (Ibidem, p. 199, cursiva añadida). ¿Qué simboliza nuestra vestimenta? En primer lugar simboliza la condición de nuestro corazón. Si el orgullo, la ostentación o rebelión están en el corazón esto se revelará en nuestro vestuario pomposo o indecoroso. Por otro lado, el corazón humilde y entregado escogerá un estilo de vestuario apropiado, sencillo y modesto. “La ropa es un indicador de la mente y del corazón. Lo que se pone exteriormente es un signo de lo que hay interiormente.” (Mente, Carácter y
Personalidad, tomo 1, p. 295). Me di cuenta que cuando permitía que Dios examinara mi vestuario, realmente lo invitaba a escudriñar mi corazón y ver si había algún camino malo en él (Salmo 139:24). “…cuando el corazón esté convertido, todo lo que no esté en armonía con la Palabra de Dios, se eliminará.” (Evangelismo, p. 201). Nuestra vestimenta también es símbolo del señorío de Dios en nuestra vida. Así como el cordón azul en la vestimenta de los israelitas anunciaba a todos los que lo veían que ellos eran un pueblo que guardaba loa mandamientos, igualmente nuestro vestuario puede anunciar al mundo que somos hijos obedientes de Dios, siguiendo su padrón y no el del mundo. Una de las principales formas en que el mundo reconoce que somos el pueblo remanente de Dios y es atraído a Cristo viviendo con nosotros es por la manera en que nos vestimos. ¡Creo que este es el motivo por el cual Dios nos dio tantos consejos a ese respecto! “La reforma del vestuario es tratada por algunos con gran indiferencia y por otros con desprecio, porque hay una cruz asociada a ella. Doy gracias a Dios por esta cruz. Es exactamente lo que necesitamos para distinguir y separar al pueblo que guarda los mandamientos de Dios del pueblo del mundo. La reforma del vestuario nos responde de la misma forma que el cordón azul al Israel antiguo” (Testimonies for the Church, vol. 3, p. 171). “Los hijos de Israel, después que fueron sacados de Egipto, recibieron la orden de colocar una sencilla cinta azul en el borde de sus vestiduras, para distinguirlos de las naciones circundantes y para dar a entender que eran el pueblo peculiar de Dios. En la actualidad no se requiere que el pueblo de Dios coloque un distintivo especial sobre sus vestiduras. Pero en el Nuevo Testamento con frecuencia se nos señala el Israel de la antigüedad como ejemplo. Si Dios dio instrucciones tan definidas a su pueblo de la antigüedad concernientes a su manera de vestir, ¿no tomará en cuenta el vestido de su pueblo en esta época? ¿No debería distinguirse del mundo por su manera de vestir? ¿No debería el pueblo de Dios, que es su especial tesoro, procurar glorificar a Dios aun en su vestimenta? (Mensajes Selectos, tomo 2, pp. 473, 474, cursiva añadida).

Puro de corazón. Cuando notamos que nuestro vestuario simboliza si o no sometemos nuestro corazón al señorío de Cristo, comenzamos a ver otros asuntos como la modestia de manera diferente. Vemos la modestia en el vestuario como una forma de expresar nuestro amor a Cristo y a nuestros hermanos.

ELOGIO GRATIFICANTE
No hace mucho tiempo encontré a un amigo en la biblioteca de Andrews University. Después de nuestro saludo acostumbrado él preguntó si podría hacerme un elogio. Me sonrojé un poco y respondí que sí. Él me dijo: “Staci, sencillamente me gustaría agradecerte por la manera en que te vistes. Es muy bueno ver a una joven vestirse con modestia. Esta tarde en el comedor tuve que evitar mirar a varias chicas sentadas en mi mesa porque la ropa que usaban era muy reveladora. No tengo que actuar así cuando estoy contigo, y quiero que sepas cuánto me gusta”. Sus palabras me sorprendieron un poco, pero también inundaron mi corazón de alegría. Fueron una reconfirmación en mi mente del principio que el Señor me mostró varios años antes – que yo era la que guardaba el corazón de mi hermano. Vivimos en una sociedad donde son aceptables varios grados de desnudez. La mayoría de las ropas, especialmente las de verano, dejan poco a la imaginación. No soy hombre, pero he conversado con varios amigos y sé que la visión del cuerpo de la mujer afecta al hombre de una manera muy diferente de lo que lo hace con la mujer. Dios creó a las mujeres para ser estimuladas por el toque y ternura. Pero los hombres muchas veces necesitan sólo el estímulo visual.

¡Ayudemos a los muchachos! Recientemente mantuve un diálogo aclarador sobre el tema con uno de mis amigos íntimos. Mi corazón quemaba cuando él explicaba la lucha que tenía que enfrentar juntamente con otros buenos hombres al ver a profesas cristianas vestidas de manera provocante. Infelizmente no podían conversar con nadie sobre el problema debido al temor de ser vistos como teniendo mente pervertida. Él me dijo: “Oro constantemente para que Cristo me ayude a mantener el corazón puro. Cuando estoy conversando con una chica con escote profundo o con una falda ajustada, me siento terriblemente incómodo. ¡Me siento explorado! No creo que ella sepa cómo es difícil mirarla”. Al oír su ruego a Dios para salvarlo de la tentación de la lascivia, me dije a mí misma que ¡nunca más ofendería mi derecho de vestirme como me agrada! El salmista hizo una pregunta importante: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su Lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón” (Salmos 24:3, 4). Sólo el puro de corazón verá a Dios (Mateo 5:8). Jóvenes, tenemos la responsabilidad de ayudar a nuestros hermanos a conservar su corazón puro. Nunca deberíamos usar algo que sea seductor, ya que si llevamos a un hermano a pecar por nuestra ropa, aunque sea en pensamiento, ¡por lo menos somos parcialmente responsables! (Mateo 5:28) “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual habéis recibido de Dios, y que no sois vuestros?, pues habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6:19, 20). No glorificamos a Dios al exponer nuestro cuerpo o algunas partes de él ante los ojos de los demás.



La modestia en el vestir es un reflejo de la modestia del corazón. La mujer que está tratando de llamar la atención de un hombre ostentará su sexualidad a través de su ropa o por falta de la misma. Sin embargo, la mujer virtuosa expondrá su cuerpo sólo a un hombre – al que Dios la dirija para casarse. La pureza en su corazón será vista en la pureza de su vestimenta y actitudes. Oro constantemente para que Dios me ayude a vestirme de manera que honre a mi futuro esposo y también proteja a los hombres que mientras tanto Dios traiga a mi vida. Es mi privilegio ayudarlos a mantener el corazón puro. Creo que esto está incluido en el mandamiento de Cristo de amar al prójimo como a sí mismo (Ver Mateo 22:39).

Decepción. Infelizmente los negocios de la moda moderna no están basados en el amor al prójimo, sino en el amor propio. El libro, Fashion and the Unconscious (Moda y el Inconsciente), de Edmond Bergler, revela algunos hechos sorprendentes con respecto a cuatro principios que influyen en el design de la ropa moderna. El primero es el principio de la utilidad, la actividad para la cual se destina la ropa, como por ejemplo, ropas deportivas o uniformes. A continuación viene el principio jerárquico, el cual apela al orgullo humano, capacitando a la persona que usa la ropa a sentir orgullo y altivez. El principio de la anatomía, destinado a dar a la persona el sentido de expresión total de personalidad. Finalmente hay el principio de la seducción, o sex appeal, que es usado especialmente en el design de la vestimenta femenina. Este libro aún afirma que muchos de los designers prominentes de la moda masculina son homosexuales que proyectan “modas para castigar a las mujeres”. El motivo para eso es que el designer, o teme a las mujeres o las odia, e intencionalmente proyecta ropas incómodas o tan provocantes que las llevan a ser víctimas de crímenes sexuales. “Satanás está constantemente inventando algún nuevo estilo de ropa que resulte perjudicial para la salud física y moral; y se regocija cuando ve a los cristianos que aceptan ansiosamente las modas que ha inventado.” (Consejos sobre la salud, p. 601). Mujeres, si nos vestimos de acuerdo con las modas comunes de nuestros días no estaremos haciéndolo con modestia. Esas modas son destinadas específicamente a incitar la sexualidad, sea de propósito o no. Todo lo que acentúa nuestra forma o nos deja parcialmente desnudas no tiene lugar en la vestimenta de la mujer que profesa santidad. Esto parece eliminar ropas cortas, escotes profundos, blusas sin mangas, ropas transparentes o ajustadas, por no mencionar el bikini y otras ropas de baño provocantes. Debemos actuar correctamente aunque el mundo haga lo contrario. Puede parecer algo insignificante para nosotros, pero si llevamos a un hermano a pecar, no podemos pleitear inocencia.

Desnudez. Ya que nuestros sentidos fueron insensibilizados por la era de la desnudez en la cual vivimos, ¿cómo determinar lo que es y lo que no es modesto? Necesitamos hacer de la Biblia nuestro padrón y no las tendencias de una sociedad en cambio constante. En la Biblia la desnudez siempre es una señal de pecado y degradación. Después que Adán y Eva pecaron, notaron que estaban desnudos, destituidos del manto de luz que los mantenía completamente vestidos. En Isaías 47:1-3 Dios describe a la hija virgen de Babilonia como en un estado de desnudez y vergüenza. Sus piernas están desnudas y sus muslos descubiertos. La desnudez es el resultado del pecado y rebelión contra Dios, pero cuando la persona se convierte cubre su cuerpo totalmente. Cuando el endemoniado se encontró con Cristo y los demonios lo libertaron, se sentó a los pies de Jesús “vestido y en su cabal juicio” (Lucas 8:35). Cada uno de nosotros es aconsejado a comprar del Señor “vestiduras blancas para vestirte, para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez” (Apocalipsis 3:18). Estas son las vestiduras de justicia de Cristo, que nos cubren completamente de nuestros pecados. Vemos aquí nuevamente la naturaleza simbólica de nuestra vestidura. El hombre o mujer piadoso no deseará usar algo que revele la desnudez, por el contrario, vestirá aquello que cubre el cuerpo apropiadamente, simbolizando la cobertura espiritual que recibió de Cristo.

Distinción entre los sexos. Pero el vestuario modesto hace más que cubrir nuestra desnudez. También es una afirmación de la diferencia que hizo Dios entre el hombre y mujer cuando nos creó. Al comienzo Dios dio a los hombres y a las mujeres diferentes papeles que deberían complementar uno al otro, permitiendo que ambos sirvieran a Dios en bella armonía. Sin embargo, Satanás odia el plan de Dios y ha hecho lo mejor para nublar la distinción entre los sexos al crear modas y estilos de corte de pelo que son casi iguales uno al otro. Ha llevado a los hombres y mujeres a considerar con desdén sus papeles distintos y a adoptar las modas que creó. “Hay una tendencia creciente de que las mujeres, en su vestido y apariencia, se aproximen al otro sexo todo lo que sea posible y la moda es que sus vestidos sean muy parecidos a los de los hombres, pero Dios declara que esto es una abominación. ‘Asimismo, que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia ‘. 1 Timoteo 2:9. … “Dios quería que hubiera una clara distinción entre el vestido de hombres y mujeres y ha considerado el asunto de importancia suficiente para dar instrucciones explícitas acerca de él; pues la misma vestimenta usada por ambos sexos ocasionaría confusión y gran aumento de crimen.” (Conducción del Niño, p. 401, 402). ¿Podría ser que el aumento de la homosexualidad y la perversión sexual estén asociados a esa pérdida de distinción entre el vestuario de los hombres y mujeres?

El traje americano. Dios habló contra el estilo de ropas popularizado en la década de 1850 porque esto confundía esa distinción sexual. Cuando Elizabeth Smith Millar lanzó el movimiento de reforma del vestuario para librar a las mujeres de la tiranía de la vestimenta no saludable, colocó una falda corta sobre los pantalones, un estilo conocido posteriormente como “traje americano”. Su traje creó tanto alboroto en Seneca Falls, Nueva Cork, donde vivían su prima Elizabeth Cady Stanton y una vecina, Amelia Jenks Bloomer, que éstas se unieron al movimiento. Lo que comenzó con una reforma para mejorar la salud, pronto se transformó en un asunto de derecho de las mujeres y parte creciente del movimiento feminista. Aunque haya recibido mucha oposición al comienzo, este estilo de vestuario llegó a ser popular a lo largo del tiempo, y finalmente la falda fue eliminada quedando solamente el pantalón. “La reforma del vestuario fue mucho más que un cambio en la moda. Fue un movimiento social organizado que atacó una de las estructuras fundamentales de la sociedad, la cual consideraba al vestuario como una señal clave de ambos sexos y de la posición social. … La reforma del vestuario fue claramente una trasgresión de la verdadera feminidad porque los trajes femeninos de los cuales emanaba la misma, fueron atacados. Añadiendo, en el nuevo estilo proponía que las mujeres usaran pantalones, una proposición que enfrentó amplia y vehemente desaprobación”.1 Aunque el traje americano fuese más saludable que los vestidos de la moda de esos días, Dios objetó por dos motivos principales: era indecoroso y modelado de acuerdo al padrón de la ropa masculina. Elena de White escribió: “Vi que la orden de Dios fue anulada y desconsideradas sus orientaciones especiales por aquellas que adoptan la costumbre americana. Fui dirigida a Deuteronomio 22:5: ‘No vestirá la mujer traje de hombre ni el hombre vestirá ropa de mujer; porque es abominable para Jehová, tu Dios, cualquiera que esto hace’. Dios no desea que su pueblo adopte la así llamada reforma del vestuario. Se trata de un traje indecoroso, totalmente inadecuado para los humildes seguidores de Cristo”. (Testimonies for the Church, vol. 1, p. 421). Antes Dios dio a su pueblo un estilo de vestimenta tanto saludable como modesta, sin ninguna semejanza con la ropa usada por los hombres.2 Una de las advertencias de Dios contra la costumbre americana fue el espíritu asociado a esta. “Con la así llamada reforma del vestuario hubo un espíritu de frivolidad y atrevimiento, simplemente para imitar la vestimenta. La modestia y la reserva parecen haberse apartado de muchas que ahora adoptan este estilo de vestuario” (Ibidem, p. 422).

Campamentos de verano. Pude probarlo en primera mano cuando trabajé como consejera en varios campamentos de verano. Las directrices del campamento incluían falda o vestido modesto para las niñas. Repetidas veces noté que cuando niñas atrevidas, impúdicas, que les gustaba flirtear venían al campamento con sus pantalones jeans ajustados, y cambiaban la ropa por la permitida en el campamento, su actitud cambiaba inmediatamente. Comienzan a actuar como jóvenes y a manifestar más reserva con los muchachos. Cuando noté eso me maravillé en ¡cómo había hablado Dios a este respecto un siglo atrás! El vestuario que designó para las mujeres afirma su feminidad y las lleva a actuar con gracia y dignidad. En un mondo en el que la moda tiende a tener precedencia sobre los consejos bíblicos, Dios insta a las personas para que tengan pureza de corazón ejemplificada por el estilo de vestuario modesto, sencillo y apropiado. Él sabe que nuestra vestimenta simboliza la condición de nuestro corazón y por eso pide a cada uno: “Dame, hijo mío [hija mía], tu corazón, y miren tus ojos mis caminos” (Proverbios 23:26). Cuando me veo a mí misma como su linda princesa, hija del Rey, considero una alegría poder honrarlo y glorificarlo con mi forma de vestir. “Muchos se visten como el mundo, a fin de ejercer influencia sobre los incrédulos; pero en esto cometen un triste error. Si quieren ejercer una influencia verdadera y salvadora, vivan de acuerdo con su profesión de fe, manifiéstenla por sus obras justas, y hagan clara la distinción que hay entre el cristiano y el mundo. Sus palabras, su indumentaria y sus acciones deben hablar a favor de Dios. Entonces ejercerán una influencia santa sobre todos los que los rodeen, y aun los incrédulos conocerán que han estado con Jesús.” (Consejos sobre la Salud, p. 600).

Aún me hago la pregunta: ¿Qué ven en mí las personas? Oro para que mi forma de vestir no quite de ninguna manera la atención de la paz y alegría que irradian de mi rostro – un reflejo de la vida en Cristo que aprisionó mi corazón.

1 Kathleen M. Torrens, “All dressed up with no place to go: rhetorical dimensions of the nineteenth
century dress reform movement”, Women’s Studies in Commnunication, v. 20 (Fall 1997), p. 189-
210.
2 Para una descripción de este estilo de vestuario lee Testimonies for the Church, vol. 1, pp. 458-
466 y vol. 4, p. 640.
Staci Osterman – Obrera Bíblica, Asociación de Michigan
[Extraído de Adventists Affirm, otoño de 2003, pp. 21-27]






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