Hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. (Daniel 9:5)


Introducción:

1. En una reunión el pastor de mi iglesia (recién había llegado al distrito por cierto), en medio de la alegría espiritual, preguntó: “¿Quién de aquí es humilde? que levante la mano”. Habían como 40 personas, de las cuales cerca de 10 levantaron su mano. El pastor dijo: “Y bien, de las personas que no levantaron la mano ni qué se diga, aún les falta para la humildad, aquellos me preocupan; pero de los cuales que sí levantaron la mano me preocupan más todavía, porque desde el momento que levantaron la mano dejaron de ser humildes mientras creían serlo”

2. No sólo la humildad, sino la paciencia, la bondad, la benignidad, etc. son aplicables también en este aspecto. ¿Cuán santo eres? Algunos de veras creen haber logrado un grado de santidad irreprochable del cual los “aún no santos” deberíamos imitar. Lo negativo de esto consiste en que mientras más santos pensamos ser, menos lo somos.

3. Conozco de alguien que es considerado como una de las pocas personas de quien no se relata pecado en la Biblia y que asumió ser pecador, Daniel.


Desarrollo:

A. No se relata pecado

1. En el capítulo 1 de Daniel, el protagonista sale victorioso de una tentadora cena. No sólo vence el pecado sino que se propone que no se contaminaría con lo profano, decisión que la llevó hasta el final de su vida (al menos hasta donde el texto nos la permite conocer)

2. En Daniel 2, el protagonista nuevamente da cuenta de su fidelidad a Dios, aunque esta vez no había una “prueba fuerte” como llamaríamos nosotros los posmodernistas, Daniel al momento de dar la interpretación del sueño al rey no se queda con el crédito, se lo da a Dios.

3. La famosa hazaña que vivió Daniel en el capítulo 6, nos enseña que hasta la muerte era su fidelidad. Hasta tenemos un himno completo de Daniel.


B. “Hemos pecado”

1. Tal vez una de las frases más desgarradoras e intimidantes del libro de Daniel. Daniel 9:5, 6 “hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos obrado impíamente, hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus Mandamientos y tus juicios. No hemos obedecido a tus siervos los profetas...” a pesar de que si leemos todo el libro de Daniel nom encontramos un solo error - pecado suyo relatado, como es que entonces declara ..hemos pecado.

2. ¿Cuándo habrá sido la última vez que oramos así?

3. Lo saludable de saberme pecador. Difícil de creer pero, la necesidad de reconocer cada día, cada momento que soy pecador me lleva a recurrir a mi única solución que es Cristo. ¿Cuán poco hablamos de Cristo, y hablamos más de nosotros mismos? En muchas ocasiones se ostenta el cristianismo de tal modo que avergonzaríamos a los apóstoles, profetas y a Cristo.

4. Posiblemente la tragedia peor consista en mirar para los costados dejando por sentada mi “santidad” y en entredicho la de otros.

C. “Yo no he pecado”

1. Conozco de alguien que ama la obra de Dios y se entrega por ella, viaja de iglesia en iglesia enseñando cómo se debe vivir y qué es lo que se debe hacer. Rara vez he visto que haya hecho él mismo lo que demanda, más de una vez ha arruinado y vaciado los templos por que los hermanos no eran muy perfectos para habitarlos. Dice: es mejor una Iglesia vacía que llena de pecadores inmundos. Claro está, después de hacerlo, se va como si nada hubiese pasado ¿Próxima parada? Otra iglesia vulnerable a sus ataques.

2. No apañamos el pecado ¡lo condenamos! pero apoyamos al pecador. Lo protegemos y ayudamos porque creemos que Cristo así lo haría.

3. Daniel, por cierto, tuvo paciencia con Nabucodonosor y los demás babilonios. Fue cortés con los “infieles e inmundos” a la vez que firme cuando propuso su dieta. Dócil, con mucho tacto y sin rebeldía en el foso de los leones y cuando se vació en oración a Dios se identificó con sus hermanos asumiendo “hemos pecado”.

Llamado:

Amémonos los unos a los otros. Sin críticas ofensivas ni reproches hirientes; con todo amor, paciencia, soportando las flaquezas de los débiles. De todos modos es lo Cristo haría ¿no?

Fuente.
El Adventista hoy