Evidentemente en esta fase vital del desarrollo humano, mucho tiene que ver la alimentación, pues aunque todos sabemos que "en una dieta equilibrada hay que comer un poco de todo y no un mucho de poco", quizá no vengan de sobra unos consejos en este campo.

El embarazo requiere, en sus primeros 3 meses, un incremento calórico de unas 150 calorías extra, durante los seis meses siguientes el incremento será de 300 calorías extra, y evitar bajar por debajo de las 1.750 calorías diarias para evitar problemas carenciales en el feto,
así como en una misma.

Las proteínas son fundamentales para el desarrollo del bebé, pero las proteínas no sólo se hallan en la carne y pescado, sino también en las legumbres, frutos secos y cereales integrales.

Los espárragos ya eran conocidos y venerados en la antigüedad por los egipcios, donde eran considerados manjar de dioses y faraones, se les daba a las embarazadas para evitar partos prematuros.

Los alimentos derivados de la harina, deberían ser integrales, por su mayor cantidad de vitaminas y oligoelementos, en especial de magnesio, hierro, yodo, y cinc, ácido linoléico, o sea Omega 3 contenida por ejemplo en los pescados azules, esencial para el buen desarrollo del cerebro, bronquios y de los ojos del feto. Bastante fibra que evitará las temidas hemorroides, que combinadas con el habitual estreñimiento, suele traernos a la memoria a la madre del padre. Últimamente se ha constatado que los grandes pescados como el pez espada, emperador, atún, tiburón, etc. pueden contener en su carne, debido a su longevidad, mayores proporciones de mercurio que los peces más pequeños, por lo que están desaconsejados durante el embarazo.

Un estudio de la Asociación de Dietistas Americanos afirma que durante el embarazo, desde el primer momento y hasta que termina la lactancia natural, la ingesta de Colina o Vitamina B7, es fundamental para eldesarrollo neuronal que potencia la memoria del futuro ser, después de mayores, ya no surte el mismo efecto. Podemos encontrar esta sustancia en los cacahuetes (si no somos alérgicos a ellos), los huevos, la leche entera y el hígado de ternera o de pollo.

Las grasas deben ser las habituales en una dieta equilibrada, aunque intentar evitar las grasas de origen de animales mamíferos, ya que es inevitable, durante el embarazo un ligero aumento de colesterol y triglicéridos, que desaparece paulatinamente después del parto.

La ingesta de ácidos grasos es vital durante el embarazo y la lactancia para el buen desarrollo neurológico y visual de nuestro bebé, pues se sabe que nuestro cerebro contiene hasta un 60% de grasa, de la cual un tercio es del tipo Omega 3. Aunque si malo es la falta de estas grasas, también puede serlo su exceso, pudiendo provocar cálculos biliares, y una mala absorción de diversas vitaminas.