El Predicador Billy Graham suele referir el caso de una joven que resultó gravemente herida en un accidente automovilístico. En sus últimos momentos, le dijo a su madre: "Mamá: me enseñaste todo lo que necesitaba para pasarlo bien en la vida: cómo encender un cigarrillo, como sostener un vaso de cóctel y cómo tener relaciones sexuales sin quedar embarazada. Pero nunca me enseñaste como debía morir. Enséñame pronto, mamá, me estoy muriendo".
La policía detuvo a un muchacho de 17 años por haber cometido un delito, y lo envió a un centro para detenidos hasta que llegara su turno de ser juzgado. El adolescente repentinamente entró en un estado de furia sin control. Arrancó un trozo de cañería y con el rompió todas las ventanas de lugar donde se encontraba. Luego pasó cuatro horas golpeando y rompiendo todo lo que tenía a su alcance, hasta que la policía logró reducirlo con ayuda de gases lacrimógenos. Cuando le preguntaron por la razón de su conducta insensata, contesto: "Lo hice porque no tengo nada que perder. Ya he perdido lo único que hubiera podido detenerme: mi Padres."

Otro muchacho escribió lo que sigue: "Les diré por qué nosotros los adolescentes nos atiborra chamos de bebidas alcohólicas y nos acostamos con las muchachas. Ustedes, los padres, inician guerras y dan un mal ejemplo en lo que concierne a asuntos morales y a la honradez, y a pesar de eso esperan que nosotros, los hijos, actuemos como ángeles. Tan solo estamos imitando lo que ustedes hacen. ¿Por qué no practican lo que predican?"
En verdad, los tiempos han cambiado, pero lo que no ha cambiado son la relaciones humanas, que constituyen las raíces de la formación del carácter. Los hijos siguen necesitando a los padres, porque las relaciones afectivas que desde su nacimientos han mantenido con ellos permiten que adquieran los rasgos que los convertirán en seres normales. Los niños todavía necesitan dirección, disciplina, y también apoyo y animo, para crecer, madurar e independizarse de la familia a fin de convertirse autónomos.
Pero la naturaleza es un poquito descuidada en lo que se refiere a quienes permite que sean padres y madres. Producir un hijo, dentro o fuera del matrimonio, no requiere licencia ni examen. Hay matrimonios jóvenes que se cargan de hijos sin tener los conocimientos necesarios para ser padres responsables, para disciplinarlos, formarles el carácter o comunicarse constructivamente con ellos. Estos padres no comenten errores intencionalmente, pero sus hijos de todos modos sufren las consecuencias. Millones de hombre y mujeres se convierten en padres cada año. Sin embargo, una de las tareas más difíciles de la vida es tomar a una criatura totalmente desvalida y sumir plena responsabilidad para criarla con el fin de que llegue hacer un miembro disciplinado, independiente y productivo de la sociedad. Sin embargo, muchos padres avanzan a tropezones en la formación de sus hijos, abandonados a sus propios recursos o recibiendo conocimientos fragmentarios de la lectura de libros sobre el tema.