Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de luz. Efesios 5:8 NVI

Cuando era pequeño vivía en la parte sierra de Perú, en un pequeño pueblito llamado Jaguey, mi abuelo  nos contaba historias, de esas que cuando las escuchamos los pequeños se nos viene a la imaginacion cuando la oscuridad empieza su turno, aun recuerdo aquellas historias, de verdad eran para tener miedo, recuerdo aquellas de sementerio que mi propio abuelo había experimentado, aquellas donde con su caballo y su poncho se armaba de valor y a la luz de la luna llena enfrentaba sus temores y pasaba por lugares embrujados y/o encantados, miraba a sus ojos y me armaba de valor igual que él, pero cuando la noche llegaba, no podía salir pero ni hacer mis necesidades, se que si ubiesen estado en mi lugar lo mismo habrían hecho; aun no había luz en mi pueblo y cada vez que la oscuridad tomaba su turno, aquellas imagenes grabadas después de cada historia cobraban vida en mi imaginacion.
En una ocasión Mamá me envió de noche a comprar azúcar, no podía creerlo, tenia que salir de noche. De mi casa hacia la plaza del pueblo había un callejon de 20 metros de largo aproximada mente (los 20 metros mas largos de mi vida) Mamá sabia de mi temor pero quedo en acompañarme hasta la plaza ya que al frente vivía mi abuela, ustedes saben uno con compañía de un adulto se siente seguro, así que accedí, la salida no tubo problemas, mi imaginacion me hacia ver a aquellos seres malévolos que me miraban con una cara aterradora y se acercaban hacia mi, pero solo bastaba con tocar la mano de Mamá para que ello desaparezca, llegamos a la plaza ella fue a mi abuela y yo a comprar el azúcar, aquel día hubo cola (como todos los días) me toco esperar, al fin me atendieron así que ya con el azúcar en mi mano corrí hacia la plaza al encuentro de Mamá, pero Oh! sorpresa Mamá no estaba regreso a casa y aquellos temores embargaron toda mi imaginacion, al frente tenia aquellos 20 inmensos metros de callejón que distaba entre la plaza y mi casa y no solo esos 20 metros sino la oscuridad y los que con ella aparecerían, corrí y corrí aun recuerdo haber llegado llorando, Mamá salio a mi encuentro y como siempre con su voz la calma llego a mi ser, la seguridad de su presencia me hizo secar las lágrimas y aquellos seres nocturnos ya no estaban.
La noche y su oscuridad tienen la capacidad de estimular nuestras emociones e intranquilizarnos aun cuando todo esté funcionando bien. No vemos y no tenemos el control de lo que puede ocurrir; esto nos hace sentir indefensos.

Con el tiempo viaje a la ciudad, regrese cuando tenia 13 años, ya era adventista, pero ese día iba disidido a esperar la noche y enfrentarme a aquel callejón de 20 metros, ya por anochecer salí a la plaza converse con amigos de infancia, hasta que la oscuridad llego y me fui al inicio de aquel callejón y paso a paso empecé a recorrerlo, al llegar a su final no había temor, no había lágrimas, la paz ya estaba en mi corazón, aquel día entendí que la luz es mas fuerte que la oscuridad, que la luz siempre a existido sin la oscuridad y que la oscuridad es por causa de algún objeto interfiriendo a la luz, solo es necesario sacar aquel objeto que interfiera la oscuridad y la luz dará hacia todo espacio y lugar.

Antes eramos oscuridad, antes pero hoy no, hoy somo luz, vivamos como luz, brindemos luz, caminemos en oscuridad brindando luz, no apaguemos nuestra luz, no regresemos a la oscuridad no regresemos al pasado, la oscuridad es símbolo de maldad, de seres demoniacos, de muertos vivientes, de sustos, de temores, por favor no regreses a la oscuridad.
Somos Luz en el Señor vivamos como tal.