La felicidad es el constituyente de la normalidad humana. Es la buena
administración de la vida y la capacidad de vencer los temores lo que
provee la plenitud vital.
A menudo se hace depender la felicidad de las circunstancias, y se está feliz sólo cuando el contexto es favorable.
Se suele creer además que lo contrario de la “felicidad” es la
“infelicidad”. Sin embargo la infelicidad es el resultado de la pérdida
de felicidad.
Una de las razones más importantes por las cuales el ser humano no llega a ser feliz es por temor. El miedo
impide el desarrollo de la voluntad plena y feliz. El miedo es como un
gusano que va pudriendo todo desde el interior. El temor paraliza.
El psiquiatra chileno Sergio Peña y Lillo, en su ya clásico libro El temor y la felicidad, señala cuatro factores por las cuales las personas no logran ser plenamente felices. Repasémoslos.
Anticipación imaginaria
Muchas personas viven anticipando imaginariamente pesares y
desdichas. Sus expectativas se orientan permanentemente hacia lo peor.
Sus vidas se convierten en profecías autocumplidas de sus grandes
miedos. Viven imaginando desastres y tragedias en el futuro. No se dan
cuenta de que, por su imaginación catastrófica, crean las condiciones
para que ocurra en sus vidas precisamente aquello que temen.
Debemos aprender a vivir al día. No afligirnos por lo que vendrá mañana. Como dijo alguna vez el mismo Jesucristo: “Basta a cada día su propio afán” (Mt 6:34).
Vivir angustiados antes de que los acontecimientos se produzcan, a la
postre se convierte en un lastre de la psiquis a la hora de gozar las
experiencias cotidianas.
Contaminación del presente con el pasado
Un minuto pasado es tan antiguo como la más antigua de las pirámides.
Sin embargo, para muchas personas, ese instante sigue repitiéndose
permanentemente, como si fuera una película que se emite una y otra vez.
Muchos viven con la cabeza hacia atrás y no hacia adelante. Piensan que sólo el pasado fue mejor. Una manera emocionalmente poco inteligente de vivir la existencia puesto que, si vivimos con una actitud positiva, lo mejor siempre está por venir.
Algunos padecen de “exceso de memoria negativa” y eso se convierte en
un impedimento para gozar plenamente el presente. Responden muchas
veces a los desafíos de la vida actual con normas viejas y con supuestos
que ya no son útiles ni válidos. De allí que la respuesta que se da en
dichas circunstancias carezca de originalidad y frescura.
Resistencia al sufrimiento
Las circunstancias dejan en evidencia la verdadera naturaleza de
nuestra personalidad. Eso implica, como dice Peña y Lillo, que “los acontecimientos son neutros”. O sea, somos nosotros los que les damos significado.
Epicteto, escritor griego de la antigüedad, dijo: “Los hombres no se inquietan por las cosas que les suceden, sino por la opinión que tienen de lo que les ocurre”. En otras palabras, el problema está en nuestra mente, no en las circunstancias.
Es imposible vivir sin la posibilidad de que nos ocurran situaciones
difíciles. Sin embargo, es nuestra actitud mental la que condiciona la
forma de interactuar con el momento complejo o doloroso que nos toca
vivir.
Dejarse llevar por el deseo y la ambición
El budismo
enseña que son precisamente el deseo y la ambición los que hacen
infeliz a una persona, el vivir en procura de ambiciones y deseos no
satisfechos. Desear lo que no se tiene con afán ambicioso suele ser
causa de profunda infelicidad.
Las personas esclavizadas o atadas al deseo y la ambición suelen ser
infelices. Eso no significa que en algún momento no debamos tener alguna
meta o plan, pero estos no deberían atarnos al grado de hacernos
personas infelices si no se cumplen.
Crear nuestra realidad
El secreto para ser felices no es difícil; es asunto nuestro el poner en práctica o no dicho modelo. Al final, parafraseando a Agustín de Hipona: “Somos arquitectos de nuestro propio porvenir”. En nosotros están las herramientas para construir una mejor o peor vida.
Ser feliz es un arte y, como todo arte, exige práctica y desarrollo
para llegar a ser dominado. Debemos convertirnos en artesanos de nuestra
felicidad. Quienes olvidan esta verdad viven clamando al estado, a los
dioses y a otras personas para que les "den" felicidad, sin darse cuenta
de que en ellos mismos están los medios para ser plenamente felices.
Copyright del artículo: Miguel Ángel Núñez.
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