Estas razones resultarán muy familiares para aquellos que trabajan con jóvenes.

1. Miembros adultos llevan vidas falsas.
¿Qué pasa en la mente de un joven cuando es regañado por un líder de la iglesia por comportamiento inapropiado con su novia, cuando se entera que el mismo líder está teniendo una aventura con la esposa del diácono? Muchas veces estamos más que dispuestos al enseñar con palabras y por medio de nuestras vidas. Nos olvidamos que los jóvenes tiene una habilidad innata de ver a través de una vida falsa.

2. La iglesia le da demasiada importancia a cosas no esenciales
Los Baby boomers, ahora líderes en la iglesia, se acordarán sin problemas del tiempo desproporcionado que la iglesia y escuelas de iglesia gastaban en lo largo del cabello del chico, o lo corto de la falda o vestido d la chica. Demasiadas veces se da la impresión que las normas son más importantes que los jóvenes. Para los jóvenes el tener muchas normas son vistas como siendo casi irrelevantes. Ellos luchan con la formalidad seca de parte de la liturgia – las formas y maneras de la adoración que aparecen ser muy lejanas a su mundo.
Para una persona joven los verdaderos puntos de discusión vienen a ser problemas de drogadicción, relaciones rotas, peleas entre sus padres que pueden terminar en una corte de divorcio, o no alcanzar la calificación deseada en la escuela. ¿Qué tiene que decir la iglesia para esos jóvenes?

3. Actitudes negativas, criticonas y sin sentimiento de los miembros adultos.
Un estudio de mil ochocientos adolescentes reveló que el 36% de los jóvenes entre las edades de 17 y 18 años sentían que los líderes adultos no se preocupaban de ellos. Y tristemente un 50% sentían que su Pastor no tenía tiempo para ellos y no se preocupaba por ellos. La mayoría de los líderes de la iglesia y Pastores se entristecerían al escuchar eso a pensar que eso fue en otra iglesia, pero desafortunadamente es la percepción similar en la mayoría de las iglesias. La percepción es para el que percibe la realidad.

4. Líderes de la iglesia preocupados por la organización y no por las personas.
Es demasiado fácil poner a las normas por encima de la gente cuando se quiere mantener el orden. Recientemente un joven fue invitado a ser un diácono. Él nunca se había puesto una corbata para ir a la iglesia, y la primera vez que le pidieron que recogiera la ofrenda estaba vestido como acostumbraba, con su ropa de iglesia pero sin corbata. El anciano detuvo todo y desde el púlpito le informó al joven – “¡Si vas a recoger la ofrenda en esta iglesia usarás corbata!” No hay más que decir excepto que el muchacho se sintió terriblemente avergonzado, le dio el platillo al diácono que estaba a su lado, se dio la vuelta y se fue de la iglesia. Él no ha recogido la ofrenda o siquiera asistido a la iglesia desde entonces.

5. Servicios aburridos y sin importancia.
Se ha reportado que Spurgeon dijo: “Si la congregación se duerme el diácono debe conseguir un palo largo y pinchar al pastor.” Una encuesta de jóvenes después del servicio en cualquier semana encontraría que sólo uno de tres dirían que creyeron que el servicio estuvo interesante. Hay una gran responsabilidad sobre el pastor para ser relevante e interesante en su predicación. En mi pensamiento es un pecado de magnitud enorme el retratar al Rey del Universo como aburrido.
Un predicador internacional se sentaba ocasionalmente con su hijo en la iglesia. Su hijo, sordo de un oído, se sentaba a lado de su madre en la iglesia cada semana y batallaba con los seguimientos. En una de esas raras ocasiones en el que el predicador estaba en casa los fines de semana, él se sentaba en el otro lado de su hijo – de lado de su oído sordo. Invariablemente en algún momento del sermón el niño le susurraba bastante fuerte, “papá, estoy aburrido” cuando su padre le trataba de decir que se mantuviera callado, su hijo pensaba que su papá no lo había escuchado y lo decía aun más fuerte, y justo enfrente del predicador, “Papá, ¡estoy ABURRIDO!”. Muchas veces su papá quería voltearle la cabeza para decirle en su buen oído, “Cállate niño, yo también”

6. No quieren ser hipócritas.
Muchas veces, dirigidos por su deseo de pertenecer, muchos jóvenes se bautizan, o se convierten formalmente en miembros a la temprana edad de once o doce años. Frecuentemente hay mucha presión del grupo para ser parte de el. Mientras crecen se cuestionan el porqué lo hicieron y sienten que en realidad no estaban convencidos.
De igual forma que los jóvenes ven a través de una actitud hipócrita o falsa de los adultos, ellos son muy sensibles acerca de que ellos mismos puedan ser vistos así. El hecho es que todos fallamos, y el fallar es una parte de ser humano. Es un gran alivio para los jóvenes el enterarse que Jesús les dio a sus discípulos espacio para crecer, y libertad para fallar. El admitir que habían fallado fue encontrado con un perdón siempre listo para darse. (Sólo recuerde la historia de Pedro caminando por el agua, o recuerde como los discípulos, que habían regresado de un viaje en el que habían resucitado muertos, sacado demonios y muchos milagros más, fallaron en cumplir la orden de Jesús de alimentar a los 5000. Aún después, cuando fallaron en alimentar a los 4000 Jesús les dijo, “¡Nada será imposible para ustedes!”)

7. La iglesia es muy estricta.
Tony Campolo describe a los muchachos cristianos como aquellos que “¡no toman, no fuman, no mastican y no salen con chicas!” Muchas veces los jóvenes ven las normas de la iglesia como arbitrarias y fuera de moda, hasta pertenecientes a una época ya olvidada. Un joven describió su adolescencia así:
Mi madre me enseñó a no fumar – y no lo hago
O escuchar chistes colorados – y no lo hago
Ella me dijo que no debía pensar en bebidas intoxicantes.
A las niñas bonitas no debo mirar – y no lo hago
Los jóvenes locos andan tras mujeres, vino y canción – y yo no lo hago
El quedarse fuera de casa hasta tarde esta mal – y yo no lo hago
No beso a las chicas, ni a una sola
Yo no sé como hacerlo
¡Tu no pensarías que me divierto – y no lo hago!
Para los adolescentes es como si se nos ha olvidado lo que significa divertirnos – si es que alguna vez lo sentimos. Los líderes tienden a pasar más tiempo en prohibir y no lo suficiente en el lado salvador y libre de las buenas nuevas.
Cuando se trata de alguien que ha caído – en vez de tratar con ellos como Jesús lo hizo con la mujer en adulterio – la iglesia es casi punitiva. Muchas veces olvidando que disciplina proviene de discípulo. La disciplina no debería de significar castigar, pero sí significar en hacer un mejor discípulo. Recientemente tuve varios talleres donde les enseñé a pastores y a líderes sobre el don de escuchar. En dos ocasiones terminé escuchando a dos jóvenes
pastores. Dada la oportunidad de contar su historia, los dos se lanzaron en un viaje de dolor que habían sufrido después de haber sido expulsados de escuelas de iglesias. Les tomó varios años antes de regresar a la iglesia, y aún el dolor estaba con ellos.
El comité de disciplina de la escuela de iglesia se reunió. Parecía ser una formalidad, como en los casos previos, el más reciente siendo el del final del año pasado, unos estudiantes que los habían visto tomando fueron expulsados. El capellán de la escuela hizo algunas investigaciones y encontró que todos los jóvenes que habían sido expulsados el año pasado se habían ido de la iglesia. Las pruebas contra este nuevo grupo era indiscutible. Habían sido grabados por una cámara de televisión en un juego deportivo y tenían latas de cerveza para que todos los vieran, y el director sí los vio.
Obviamente las acciones del año pasado no los acobardó. El capellán intercedió para que los jóvenes se quedarán en la escuela. Fue un camino muy difícil, lleno de críticas, pero al final todos terminaron el año y casi una década después siguen en la iglesia. El fin de la disciplina es el hacer un mejor discípulo del que está del otro lado.

8. Están atraídos por un estilo de vida diferente.
Hay una honestidad básica en las generaciones de adolescente y jóvenes adultos. Ellos admiten que hay otros estilos de vida que encuentran interesantes, más de lo que la iglesia les puede ofrecer o de lo que han visto y experimentado en la comunidad cristiana. La adolescencia es una etapa para probar diferentes identidades y para ver si pueden vivir en diferentes “casas de creencias”. Hay un interés en los estilos de vida que son presentados en los programas de televisión y por las estrellas de música y del cine.

9. No tienen verdaderos amigos en la iglesia.
La falta de amigos en la iglesia es una razón muy grande por la cual no quieren asistir a la iglesia. En un estudio acerca de los valores de los jóvenes, Donald Poterski aseguró que un 90% de los muchachos tenían a la amistad como lo que más valoraban. La amistad es el resistol que pega a los jóvenes a la iglesia. Estudios en el crecimiento de la iglesia revelan que la mayoría de la gente se introducen a la iglesia por un amigo, y entonces que quedan como miembros por su amistad.

10. La iglesia no me deja pensar por mí mismo.
Este es un problema inherente con cualquier organización que crea tener todas las respuestas; raramente deja espacio para preguntas. Los estudios que hemos estado mencionando ya varias veces en Norte América y Australia han revelado que los jóvenes perciben la iglesia como un lugar en el que no los retan a pensar o cuestionar. Y la mayoría no ven a la iglesia abierta para nuevas ideas. La encuesta de estudiantes canadienses y norteamericanos reveló que solamente la mitad de los jóvenes de 12 a 18 años creen que la iglesia los reta en sus pensamientos, que los anima a hacer preguntas, que sienten que la iglesia está abierta para nuevas ideas y que es amigable. Aun las percepciones acerca de la iglesia de los muchachos de 12 años no fueron tan altas.