En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre; los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas. Sal. 31:20.

Patous de Arriba es un pequeño y antiquísimo pueblecito situado en las montañas del norte de Madrid. Dicen que SI alguien quiere aislarse del mundo y al mismo tiempo estar cerca de una gran ciudad, Patous es el lugar perfecto. Inclusive se cuenta la leyenda de un rey que se escondió en aquella zona durante la invasión peninsular de los árabes, y hay quien afirma que aquel pueblo nunca supo que hubo una guerra civil en España.
El famoso cocinero francés Francois Fournier, llegó un día a aquel pueblecito escondido sobre las márgenes del río Jarama y montó un primoroso hotel con restaurante, de apenas siete habitaciones, decorado con antigüedades y obras de arte. El hotel se llama: "El tiempo perdido".
Dicen que si tú deseas hospedarte allí, tienes que hacer la reserva con meses de anticipación, porque es muy buscado por las personas ricas que, deseosas de huir de los problemas, se esconden en aquel lugar apacible.

El salmo de hoy nos habla de un lugar mejor a donde podemos huir de los embates de la vida, no es caro como "El tiempo perdido", y no se necesita hacer reserva, porque siempre hay lugar para uno más. Es la presencia de Dios.
Hay dos motivos por los cuales el salmista afirma que los hijos de Dios necesitan esconderse: "la conspiración del hombre" y la "contención de lenguas". El texto de hoy nos da a entender que los hijos de Dios son perseguidos y atacados de manera cobarde y disimulada.
Los enemigos no muestran el rostro. No se identifican. "Traman" a las' escondidas. Algunas versiones traducen acertadamente "conspiran" o "maquinan". Tú piensas que todo está bien y, sin embargo, ellos están preparando la trampa sin que tú te des cuenta. ¿Y cuál es el arma? La palabra. Usan la lengua, denigran, calumnian y difaman.
El salmista afirma que el escondrijo para los hijos de Dios es "el secreto de tu presencia". Lo más íntimo de tu ser, tu propio corazón. Tú puedes correr a los brazos de Dios, como un niño corre a los brazos de su padre para esconderse en su corazón.

¿Cómo se hace eso? Orando, ahí mismo donde tú estás. Si en este momento tú abres tu corazón, puedes estar seguro que él te protegerá, porque el salmo dice: "En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre; los pondrás en tu tabernáculo a cubierto de contención de lenguas".