Surgen problemas en el hogar cuando los consortes no se dan cuenta de que cada uno es sicológicamente distinto al otro, pues en tal caso no se comprenden bien el uno al otro. 

Comprensión de las diferencias que hay entre los dos sexos: Surgen problemas en el hogar cuando los consortes no se dan cuenta de que cada uno es sicológicamente distinto al otro, pues en tal caso no se comprenden bien el uno al otro. Las diferencias físicas son bien conocidas; como por ejemplo el hecho de que las chicas maduran más pronto que los muchachos de la misma edad, y la vida de la mujer se prolonga más que la de el hombre. Es obvia la diferencia entre sus respectivas anatomías. Sin embargo, diferencias sicológicas entre los dos sexos son algo más grande y menos conocido. Consideremos algunas generalizaciones que se pueden aplicar a la mayoría de la gente. 

a). Los hombres tienden a pensar lógicamente, casi fríamente, con el intelecto; la mujer tiende a pensar con su corazón, es decir, está influida por sus emociones. Las decisiones de ésta dependen mucho de cómo se sienta acerca del asunto; el hombre tiende más a pensar en los argumentos racionales. Tal vez sea consecuencia de que la intuición femenina está más desarrollada que la del varón.

b) El hombre se ocupa más de sus actividades fuera del hogar y en el mundo externo, que de sus sentimientos. La mujer se concentra más en sus propios sentimientos y es menos objetiva en su punto de vista. 

c) Los hombres tienden a tomar en cuenta principios y a generalizar sus conocimientos; las mujeres consideran más los detalles o particularidades. Por ejemplos, un hombre estudiará las líneas generales de la política de un candidato para la presidencia; su señora indagará acerca de su actitud referente al educacional o referente a su familia. El hombre ve el panorama y la mujer los pormenores. 

d) Los hombres tienden a hablar acerca de cosas prácticas: su empleo, sus planes para el futuro y los asuntos financieros. No les gusta hablar mucho, por regla general, con respecto a otras personas y relaciones humanas. En contraste, la mujer prefiere hablar tocante a sus sentimientos, sus íntimas relaciones con otros, sus problemas y los asuntos de los miembros de su familia. Capta con más facilidad la actitud de otros y tiende a chismear más que su marido. 

e) Los hombres hasta cierto punto, desean intimidad emocional, pero a la vez la temen y hasta la evitan. El sexo bello necesita recibir frecuentemente expresiones de cariño y amor. Para el barón es difícil hablar acerca de sus sentimientos; es menos capaz que la mujer de entender y de expresar una emoción, de modo que tiende a retirarse de los encuentros emocionales. La mujer anhela intimidad emocional y se siente insegura frente a la incapacidad de su marido para comunicar verbalmente la profundidad de sus sentimientos. Quiere escuchar a cada momento las palabras: “Te quiero, mi amor”, y ser abrazada y besada; el hombre, por regla general, se siente incómodo hablando de su amor y actuando románticamente. Muchos hombres piensan que basta con suplir las necesidades materiales de su esposa, y ser fieles en su relación matrimonial. No saben darse a sí mismo a su esposa.

f) El varón necesita tener éxito; la mujer necesita seguridad. El hombre tiende a identificarse con su trabajo, el cual llega a ser la expresión de su personalidad, y se evalúa a sí mismo por ello. Por ejemplo, el constructor está absorto en sus proyectos. Si tiene éxito, siente su valor personal, pero si las cosas de su trabajo andan mal, tiende a sentirse desalentado, hasta considerarse de poco valor en ciertos casos. El hogar de la mujer muchas veces llega a ser la extensión de su personalidad, y ella se evalúa a sí misma por la medida de aprecio que le demuestran los miembros de su familia. También recibe gran satisfacción sirviendo a su marido y a sus hijos. Encuentra su éxito en el bien y el éxito de ellos. 

Para el hombre el hogar es solamente una parte de su vida; para la esposa es toda su vida.