«El famoso locutor de radio estadounidense Paul
Harvey contó en una ocasión el relato de cómo los esquimales
matan a los lobos. Aunque la narrativa es bastante
fuerte, nos brinda un buen ejemplo de la naturaleza
autodestructiva y consumidora del pecado.
»Primero, el esquimal recubre su cuchillo con sangre
animal y deja que se congele. Después le añade otra capa
de sangre, y otra más, hasta que el cuchillo está completamente cubierto en sangre congelada.
»Después, el cazador fija el cuchillo en el hielo con la
punta hacia arriba. Cuando un lobo se deja guiar por su
sensible olfato hasta la fuente del olor y descubre el señuelo,
comienza a lamerlo de manera cada vez más vigorosa
hasta alcanzar la hojilla desnuda.
El ansia de sangre del
lobo es tan grande, que llega un momento en que no nota
que está lamiendo la afilada hojilla con su lengua de manera intensa, cercenándola una y otra vez, al punto de comenzar a saciar su insaciable instinto carnívoro con su propia
sangre.
¡La trampa finalmente funciona, y el lobo termina
muerto, desangrado en medio de la nieve!
»Es algo terrible que la gente pueda terminar siendo
“consumida por sus propios apetitos”. Solo la gracia
de Dios puede ayudarnos a no terminar como el lobo».
Reflexiona hoy y no dejes que tus propios deseos te desangren en vida.
Full Adventistas Ministerios.
Cristhian Amaya Padilla
www.cristianosadventistas.com
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