Enseñanzas Bíblicas sobre la música
Por Samuele Bacchiocchi
No es poco común conocer gente que cree que ya conoce lo que la Biblia enseña acerca de la música de la iglesia, sin embargo, han hecho poco o ningún esfuerzo para descubrir lo que realmente enseña en esta materia. Su actitud me recuerda la historia de un hombre, en el período de campaña política, que tenía pegado en el para-golpe de su auto un pequeño cartel que decía: “ya tomé una decisión, por favor no me confundan con argumentos”. Como cristianos, no podemos pagar el precio de cerrar nuestras mentes a la investigación de las verdades bíblicas, porque hemos sido llamados a crecer en “gracia y conocimiento” (2 Pedro 3:18)
Algunas veces creemos que sabemos todo lo que la Biblia enseña en cierta doctrina, pero cuando empezamos a investigarla, pronto descubrimos cuan poco realmente sabemos. Esta ha sido mi experiencia en relación con la música. Los muchos meses que he dedicado a examinar las referencias bíblicas de la música, canto, y música instrumental, me han abierto los ojos al hecho de que la Biblia tiene mucho más que decir acerca de música, especialmente música de la iglesia, de lo que me había imaginado. Es un privilegio poder compartir esta experiencia de aprendizaje con aquellos que están dispuestos a entender más completamente los principios bíblicos de la música.
La importancia de la Música en la Biblia
La importancia de la música en la Biblia esta indicada por el hecho que las actividades creativas y redentoras de Dios fueron acompañadas y celebradas con música. En el momento de la creación, se nos dice que “... cuando alaban todas las estrellas del alba, Y se regocijaban todos los hijos de Dios” (Job 38:7) En la encarnación, el coro celestial cantó: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!” (Lucas 2:14) En el momento final de la consumación de la redención, la gran multitud de redimidos cantará: “¡Aleluya! ¡Porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente” (Apocalipsis 19:6-8) En la Biblia hay numerosos ejemplos de que lo creado por Dios ha sido invitado a cantar alabanzas a Él. (Salmos 96:11-12; 98:8; 103:12; Isaías 44:23; 42:1-12) Más maravilloso que toda la naturaleza cantando es la invitación extendida a todos los seres humanos a cantar: “Venid, aclamemos alegremente a Jehová; ¡cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación!” (Salmos 95:1) “Cantad a Jehová, vosotros sus santos, y celebrad la memoria de su santidad” (Salmos 30:4; 107:8)
Glorificación de Dios
La Biblia menciona específicamente que el canto debe ser dirigido directamente a Dios. Su propósito no es el de la gratificación personal, sino la glorificación de Dios. Moisés le dijo al pueblo: “Cantaré yo a Jehová porque se ha magnificado grandemente” (Éxodo 15:1) David declaró: “Por tanto, yo te confesaré entre las naciones, oh Jehová, y cantaré a tu nombre” (2 Samuel 22:50) Igualmente, Pablo exhorta a los creyentes a cantar y crear melodías “al Señor con todo tu corazón” (Efesios 5:19) Cantar en la Biblia no es solo para Dios, también es de Dios. Es un regalo de Dios a la familia humana. Al alabar a Dios por su redención, David dijo: “Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios” (Salmo 40:3) Así, la música puede ser inspirada por Dios, de la misma manera que lo es su Santa Palabra. Una prueba fehaciente de ello es el hecho de que el libro más largo de la Biblia es el de Salmos, un himnario para el pueblo de Dios en los tiempos bíblicos. Esto significa que la música sacra no es solamente una expresión artística humana, sino también una revelación de las verdades acerca de Dios. Podemos diferir en el estilo o en el tipo de música, pero ningún Cristiano puede legítimamente oponerse a la música porque sí, porque la música es parte de la gracia provista por Dios para la familia humana.
La razón del Canto
En la Biblia la música religiosa está centrada en Dios, no en sí misma. La noción de alabar al Señor por entretenimiento o diversión es extraña a la Biblia. Ningún concierto “judío” o “cristiano” se llevaba a cabo por grupos musicales o cantantes solistas en el Templo, sinagoga o iglesias cristianas. La música religiosa no era un fin en sí mismo, sino un medio de alabar a Dios por medio del canto de su palabra. Un maravilloso descubrimiento moderno es que todo el Antiguo Testamento, originalmente tenía por intención el ser cantado por medio de un método conocido como “cantilena”, es decir, una manera monótona de cantar dentro del rango de unas pocas notas. Cantar en la Biblia no es por placer personal o para alcanzar a los Gentiles con melodías conocidas por ellos. Es para alabar a Dios por sus actividades creadoras y redentoras. El placer por el canto no viene de los pulsos rítmicos que estimulan a la gente físicamente, sino de la experiencia de alabar al Señor como nuestro Dios. “Alabar al señor, porque él es bueno, cantad Salmos a su nombre, porque él es benigno” (Salmos 135:3) “Alabad a Jehová, porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; porque suave y hermosa es la alabanza” (Salmos 147:1) Cantar al Señor es “bueno” y “placentero”, porque le permite a los creyentes a expresarle su gozo y gratitud por las bendiciones de la creación, redención, protección y salvación. Cantar es visto en la Biblia como una ofrenda de acción de gracias al señor, la que es comparable con las ofrendas de sacrificio. Este concepto está expresado especialmente en Salmos 69:30,31: “Alabaré yo el nombre de Dios con cántico, lo exaltaré con alabanza. Y agradará a Jehová más que sacrificio de buey, o becerro que tiene cuernos y pezuñas”. Cantar agrada más a Dios, que los sacrificios, porque a través del canto, los creyentes ofrecen a Dios culto de adoración y acción de gracias.
El ministerio de la música en el Templo
Aquellos que defienden el uso de la música rítmica en el culto, recurren a ciertos textos bíblicos, que hablan de instrumentos de percusión y danzas. La suposición que prevalece es que la Biblia autoriza el uso de música rítmica para la danza y el culto con instrumentos de percusión. Un estudio cuidadoso del ministerio de la música en la Biblia, revela todo lo contrario.
Cuidadosamente organizada y rígidamente controlada
El ministerio de la música en el Templo era cuidadosamente organizada y rígidamente controlada. Lo que era correcto en el Templo, fue también correcto para la sinagoga y la iglesia primitiva. Por ejemplo, en el Templo, los músicos pertenecían al clero profesional, tocaban en horas específicas y limitadas, y usaban solo algunos instrumentos específicos. No había ninguna posibilidad de convertir el servicio del templo en un festival musical donde alguna “ banda de rock” judía pudiese tocar la música de entretenimiento de esa época. El libro de Crónicas describe con detalles considerables como David organizó el ministerio musical de los Levitas. Para asegurarse que no haya confusión o conflicto entre el ministerio de sacrificios de los sacerdotes y el ministerio de la música de los Levitas, David delineó cuidadosamente la posición, rango, y campo de acción de los músicos (1 Crónicas 23:25-31) El desarrollo del ministerio de la música estaba subordinado a los sacerdotes (1 Crónicas 23:28) La naturaleza del ministerio de los músicos está descripta gráficamente en 1 Crónicas 23:30-31: “y para asistir cada mañana todos los días a dar gracias y tributar alabanzas a Jehová, y asimismo por la tarde; y para ofrecer todos los holocaustos a Jehová los días de reposo, lunas nuevas y fiestas solemnes, según número y de acuerdo con su rito, continuamente delante de Jehová.” El contexto sugiere que los músicos se paraban en algún lugar enfrente del altar, ya que la actividad musical coincidía con la presentación de la ofrenda ardiente. El propósito de su ministerio era el de agradecer y alabar al Señor. Ellos anunciaban la presencia del Señor a las personas allí reunidas (1 Crónicas 16:4), asegurándoles la disposición favorable de Dios hacia ellos. En 1 Crónicas 16:8-34 encontramos un remarcable himno de alabanza que era cantado por el coro del Templo. Esta canción consiste en porciones de los Salmos 105, 96 y 106, los que fueron trabajados y combinados para producir este tan importante texto litúrgico. La canción en sí mismo comienza y termina con un llamado a la acción de gracias. Una petición concluyente y una doxología se agregan en 1 Crónicas 16:35:36. Así tenemos in 1 Crónicas 16:8-34 una cuidadosamente elaborada composición que ha sido colocada allí para demostrar el patrón básico de acción de gracias que David instituyó para ser interpretado por los cantantes en Jerusalén.
Cuatro razones para el éxito del ministerio de la música.
El ministerio de la música en el Templo era exitoso debido a cuatro razones importantes, que son relevantes para la música de nuestra iglesia hoy.

Primero, los músicos levitas eran entrenados musicalmente. Leemos en 1 Crónicas 15:22 que “y Quenanías, principal de los levitas en la música, fue puesto para dirigir el canto, porque era entendido en ello”. Él llegó a ser el director de música porque había llegado a ser un buen músico, que era capaz de instruir a otros. Fuentes judías nos informan que la preparación de un cantante Levita tomaba por lo menos cinco años de una preparación intensa.

Segundo, el ministerio musical del Templo tenía éxito porque sus músicos estaban preparados espiritualmente. Ellos eran separados y ordenados para su ministerio, como el resto de los sacerdotes. Hablando a los líderes de los músicos Levitas, David dijo: “Santificaos, vosotros y vuestros hermanos . . . así los sacerdotes y los Levitas se santificaron” (1 Crónicas 15:12,14) A los músicos levitas les fue dada una confianza santa para ministrar continuamente delante del Señor (1 Crónicas 16:37)
Tercero, los músicos levitas eran sostenidos financieramente como trabajadores de tiempo completo. 1 Crónicas 9:33 declara: “también había cantores, jefes de familias de los levitas, los cuales moraban en las cámaras del templo, exentos de otros servicios, porque de día y de noche estaban en aquella obra.”
Y por último, los músicos levitas servían pastoralmente, no como cantantes invitados a entretener a la gente en el Templo, pero como ministros de la música. Por lo menos siete veces en el Antiguo Testamente, los Levitas son mencionados como ministradores del pueblo a través de la música (1 Crónicas 16:4, 37; 2 Crónicas 8:14; 23:6; 31:2) Por ejemplo, leemos en 1 Crónicas 6:31-32: “Estos son los que David puso sobre el servicio de canto en la casa de Jehová, después que el arca tuvo reposo, los cuales servían delante de la tienda del tabernáculo de reunión en el canto”. A través de sus servicios musicales, los Levitas “ministraban” al pueblo.
El ministerio de los músicos levitas está bien definido en 1 Crónicas 16:4: “y puso delante del arca de Jehová ministros de los levitas, para que recordasen y confesasen y loasen a Jehová Dios de Israel.” Los tres verbos usados en este texto: “recordasen”, “confesasen” y “loasen” sugieren que el ministerio musical era una parte vital de la experiencia de culto en el pueblo de Dios.
Una indicación de la importancia del ministerio de la música puede verse en el hecho que los músicos levitas recibían su paga de los mismo diezmos dados para sostener al sacerdocio (Número 18:24-26; Nehemías 12: 44-47; 13:5, 10-12) El principio bíblico es que la obra del ministerio de la música debiera ser un “trabajo por amor,” pero sí un ministerio sostenido por el ingreso de los diezmos de la iglesia. Se entiende que si un laico ayuda voluntariamente en el programa de música de la iglesia, estos servicios no necesitan ser remunerados.

Resumiendo, el ministerio musical en el templo era dirigido por levitas maduros y con experiencia que tenían una muy buena formación musical, preparados espiritualmente, sostenidos financieramente y que daban un servicio pastoral.
La función de la música durante el sacrificio ritual no ensombrecía o reemplazaba el sacrificio en sí mismo, pero favorecía que la congregación se involucre en algunos momentos designados durante el servicio. En otras palabras, los israelitas no iban al Templo a escuchar a las “bandas de Levitas” interpretando conciertos sacros. En vez de ellos, iban al Templo para atestiguar y experimentar la redención de Dios de sus pecados. La música que acompañaba los sacrificios de redención invitaban a aceptar y celebrar la generosa provisión de Dios de salvación.
En una época en la que muchos cristianos eligen sus iglesias de acuerdo al estilo musical del culto, necesitamos recordar que en la Biblia la música nunca fue un fin en sí mismo. En el Templo la música servía para enriquecer el servicio de los sacrificios por medio de involucrar la participación de la congregación en ciertos momentos específicos. Igualmente, en la sinagoga y en la iglesia primitiva, la música reforzaba la enseñanza de la proclamación de la Palabra de Dios. Para ser sinceros con el testimonio de la Biblia, la música de nuestra iglesia debería sustentar las enseñanzas y la predicación de la Palabra de Dios, y no ensombrecerla.
La música instrumental en el Templo
El rey David no solo instituyo los lugares, momentos y las letras en que el coro de Levitas participaba, sino que también él “hizo” los instrumentos musicales que iban a ser usados en su ministerio. (1 Crónicas 23:5; 2 Crónicas 7:6) Esta es la razón por la que son llamados “los instrumentos de David” (2 Crónicas 29:26,27)
A las trompetas, que habían sido ordenadas por el Señor a través de Moisés, David agregó los címbalos, liras y arpa (1 Crónicas 15:16; 16:5,6) La importancia de esta combinación como que fue ordenada divinamente es indicada por el hecho de que dicha combinación de instrumentos fue respetada por muchos siglos hasta la destrucción del Templo. Por ejemplo, en el año 715 a.c., el Rey Ezequías “puso también levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios y arpas, conforme al mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del profeta Natán, porque aquel mandamiento procedía de Jehová por medio de sus profetas.” (2 Crónicas 29:25)
Los sacerdotes tocaban las trompetas y su número variaba entre dos para el culto diario (1 Crónicas 16:6; Núm. 10:2) hasta siete o más en ocasiones especiales. (1 Crónicas 15:24; Nehemías 12:33-35; 2 Crónicas 5:12) En el culto en el Templo, las trompetas daban la señal para que la congregación se postre durante la presentación de las ofrendas ardientes y también actuaban en el servicio coral (2 Crónicas 29:27-28)
Los címbalos consistían en dos platos metálicos con bordes reflejados de aproximadamente 25-32 cm. de ancho. Cuando eran chocados juntos, verticalmente, producían un sonido como el de un zumbido, o tintineo. Estos no eran usados para dirigir el ritmo del canto al ser percutidos, sino que se los usaba para anunciar el comienzo de una canción o de una estrofa de dicha canción. Debido a que las trompetas y los címbalos eran ejecutados juntos para anunciar el comienzo de una canción, a sus interpretes se los llamaba “los que tocaban” en 1 Crónicas 16:42.
El tercer grupo de instrumentos musicales estaba compuesto por dos instrumentos de cuerda, la lira y el arpa, los que eran llamados “instrumentos de música ” (2 Crónicas 5:13) o “instrumentos de música de Dios” (1 Crónicas 16:42) Como es indicado por sus nombres descriptivos, su función era la de acompañar los cantos de alabanza y de acción de Gracias al Señor (1 Crónicas 23:5; 2 Crónicas 5:13) Los músicos que tocaban el arpa y la lira también cantaban las canciones son su propio acompañamiento (1 Crónicas 9:33; 15:16, 19, 27; 2 Crónicas 5:12,13; 20,21)
Los instrumentos de cuerda eran usados extensamente para acompañar el canto ya que estos no sonarían más fuerte que la voz de “la palabra de Jehová” que estaba siendo cantada. Se ponía mucho cuidad para estar seguros que la alabanza vocal del coro de Levitas no sería ensombrecido por el sonido de los instrumentos.
Restricciones de instrumentos musicales.
Había restricciones en el uso de instrumentos musicales y expresiones artísticas en la casa de Dios. Dios prohibió cierto número de instrumentos, los que si estaban permitidos fuera del Templo para las festividades nacionales y el placer social. La razón no era que ciertos instrumentos de percusión eran malos en sí mismos. El sonido producido por cualquier instrumento musical es neutral, como una letra del alfabeto. Entonces, la razón es que esos instrumentos eran comúnmente usados para producir música de entretenimiento, la que era inapropiada para el culto en la Casa de Dios. Por medio de la prohibición de instrumentos y estilos musicales, como el de los bailes, asociados con el entretenimiento secular, el Señor enseñó a su pueblo a distinguir entre la música sacra ejecutada en el Templo, y la secular, música de entretenimiento usada en la vida social.
Las restricciones en el uso de los instrumentos tenía por objetivo ser una regla obligatoria para generaciones futuras. Cuando el Rey Exequias reavivó el culto del Templo en el año 715 a.c., él siguió meticulosamente las instrucciones dadas por David. Leemos que el rey “puso también levitas en la casa de Jehová con címbalos, salterios y arpas, conforme al mandamiento de David, de Gad vidente del rey, y del profeta Natán, porque aquel mandamiento procedía de Jehová por medio de sus profetas.” (2 Crónicas 29:25)
Dos siglos más tarde, cuando el Templo fue reconstruido bajo Esdras y Nehemías, las mismas restricciones se volvieron a aplicar. No se permitía el uso de instrumentos de percusión para acompañar al coro de levitas o para tocar como una orquesta en el Templo (Esdras 3:10; Nehemías 12:27, 36) Esto confirma que la regla era clara y obligatoria por muchos siglos. El canto y la música instrumental del Templo tenían que ser diferentes que la que era usada en la vida social de la gente.
Podemos aprender tres lecciones significantes del uso de la música en el Templo. Primero, se debe hacer una distinción entre la música secular usada para entretenimiento social y la música sacra empleada para el servicio de culto en la Casa de Dios. La ausencia en el templo de instrumentos de percusión, como tambores, tamborines, panderetas o tamboriletes, que eran usados comúnmente para la música de entretenimiento, nos enseña que la música de la iglesia debería ser diferente que la música secular, porque la iglesia, como el Templo antiguo, es la Casa de Dios in la que nos reunimos para alabar al Señor y no para ser entretenidos. Los instrumentos de percusión, que estimulan físicamente a la gente por medio un fuerte y marcado ritmo, son tan inapropiados para la música de la iglesia hoy, como lo fueron en la música del Templo del antiguo Israel.
La segunda lección enseñada por la música del Templo terrenal como el celestial es que los acompañamientos instrumentales deben ser usados para ayudar el responso vocal hacia Dios y no para conducir el canto. En Apocalipsis, es un ensamble instrumental de arpas el que acompaña el canto de los coros, porque el sonido del arpa armoniza bien con la voz humana, sin suplantarla. Esto significa que ninguna música rítmica, o fuerte que dirige el sonido de la letra es inapropiada para el culto de la iglesia.
Tercero, la música de la iglesia debe expresar el deleite, el gozo y la reverencia de estar en la presencia del Señor. El canto de varios coros en el Apocalipsis es de sentido profundo, expresivo, diciendo “Amen, Aleluya” (Apoc. 19:4) En los templos de Jerusalén, así como en el santuario celestial, Dios es adorado con gran reverencia y respeto. La misma actitud debiera ser manifestad en nuestra adoración hoy, porque Dios no cambia.

El ministerio de la música en la Sinagoga
La función de la música en la sinagoga era diferente a la del Templo, primeramente porque las dos instituciones tenían propósitos diferentes. El Templo era el primordialmente el lugar donde se ofrecían los sacrificios a favor de toda la nación y de los creyentes como individuos. La sinagoga, por otra parte, surgió probablemente durante el exilio en Babilonia como el lugar donde se ofrecían las oraciones y la escritura era leída y enseñada. Mientras que había un solo Templo para toda la nación, de acuerdo al Talmud, había 394 sinagogas sólo en Jerusalén, en la época de Jesús. La diferencia de funciones entre el Templo y la sinagoga está reflejada en los diferentes roles que la música desempeñaba en esas dos instituciones. Mientras que la música del Templo era predominantemente vocal, con instrumentos de cuerda acompañando el canto, la música de las sinagogas era exclusivamente vocal, sin ningún instrumento. La única excepción era el “shofar” (cuerno de carnero), que servía como un instrumento que daba una señal.
En el Templo, el ministerio de la música estaba en manos de músicos profesionales. La música coral que practicaban era accesoria a los sacrificios rituales. Podemos decir la música era “centrada en los sacrificios”. La participación de la congregación estaba limitada a los responsos afirmativos como “Amen” o “Aleluya”. Por contraste, el servicio en la sinagoga, incluyendo la música, estaba en manos de una persona laica y su música era llamada, como dice Curt Sachs, “logénica”, es decir “centrada en la Palabra”.

Confusión de la música y el habla.
La distinción entre la música y el hablar en público era confusa en la sinagoga, porque el culto centrado en la palabra migraba de uno a otro entre el habla y las canciones. La ambigüedad musical del servicio de la sinagoga era causada por el hecho de que mucho de ese servicio consistía en oraciones y la lectura pública de la Escritura, que muchas veces tomaba la forma de canto, llamada “cantinela”. “El concepto que todo el Antiguo Testamento tenía por intención original el ser cantado es un concepto nuevo para los pastores y los músicos de la iglesia, pero es un hecho largamente establecido entre los académicos de la música de la Biblia. La razón de que esto sea un secreto tan bien guardado es el hecho de que tendemos a ignorar aquellos que no entendemos”.
“Las entonaciones o cantilenas, mencionadas tan antiguamente como el siglo primero, estaban organizados en un sistema de modos o fórmulas, uno por cada libro de la Biblia con la intención de ser leídos públicamente. . . Poco es conocido acerca de cuando empezó a ser evidente la transición entre lo declamatorio y la lectura musical, excepto que los Salmos eran cantados en el culto del templo. Idelsohon y Wener creían que el canto de la Escritura, de una forma o de otra, va hacia atrás probablemente tan lejos como la época de Esdras (Siglo 5 a.c.), y que su eventual complejidad y organización eran el resultado de cientos de años de cristalización”.
Uno de los descubrimientos sorprendentes de años recientes es el hecho de que los acentos del Texto Hebreo Masorético eran notaciones musicales. Esto permitió a algunos expertos descifrar la música antigua de la Biblia, de la que se encontró que consistía en una escala diatónica de siete notas, llamativamente similar a nuestra escala diatónica moderna.

Relevancia de la Música de la sinagoga para nuestros días.
¿Qué lecciones podemos aprender del ministerio de la música en la sinagoga? ¿Será que se nos requiere cantar la escritura de la manera en que los judíos lo han hecho históricamente en la sinagoga? No. Nada en la Biblia nos obliga a cantar las escrituras. Esto no excluye la posibilidad de aprender la escritura por medio de “canciones de la escritura” y “salmos cantados”. De hecho, se han realizado esfuerzos considerables en los últimos años para arreglar música para numerosos Salmos y pasajes de la Biblia. Hemos visto que el ministerio de la música en la sinagoga era significativamente un ministerio de la Palabra. Los Judíos iban a la sinagoga de una manera informal para orar, leer, y cantar las escrituras. Para ellos, la música no era un fin en sí mismo, sino un medio de alabar al Señor por medio del canto de Su Palabra y de esta manera aprender su voluntad revelada.
En una época en que mucha de la música Cristiana Contemporánea es deficiente en contenido de las escrituras y que los artistas Cristianos muchas veces llaman la atención de la gente hacia sus habilidades técnicas más que a las enseñanzas de la Palabra de Dios, es bueno recordar que la música de la sinagoga, la que Jesús mismo cantó, estaba “centrada en la Palabra”, y había sido diseñada para enseñar y proclamar las grandes verdades de las escrituras.
¿Nos ayuda la música de nuestra iglesia a escuchar la Palabra de Dios claramente? Recordemos que “la fe viene por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. (Romanos 10:17) La música de la Iglesia debería ayudarnos a escuchar la Palabra de Dios a través de su sonido, del carácter de la composición y de su letra. Otra lección importante es el hecho de que la música del Templo y de las sinagogas era distinta a la de la sociedad pagana. Mientras mucha de la música interpretada por la sociedad pagana era improvisada, “la rígida preparación de los levitas como es descripta por Josefo y las fuentes rabínicas dejan poco lugar a la improvisación espontánea. . . En este respecto, la música del Templo (y la de la sinagoga) no debe haber sido la típica música de Medio Oriente, en la cual la improvisación era normalmente indispensable”.

El Ministerio de la Música en el Nuevo Testamento
Hablar acerca del ministerio de la música en el Nuevo Testamento puede ser visto como completamente fuera de lugar, porque el Nuevo Testamento hace silencio en referencia a cualquier “oficio” musical en la iglesia. Fuera del libro de Apocalipsis, en el que la música es parte del rico drama escatológico, solo hay una docena de pasajes referidos a la música.
Ninguno de esos pasajes, de todas maneras, nos da una clara visión del rol que la música desempeñaba durante los servicios en el tiempo del Nuevo Testamento. Esto no es sorprendente, porque los creyentes del nuevo Testamento no veían sus reuniones de adoración muy diferentes a aquellas que se realizaban en las sinagogas. Ambas era dirigidas en un ambiente informal, con laicos liderando las oraciones, lecturas, cantos y exhortaciones. Las referencias del Nuevo Testamento a las reuniones de culto refleja largamente los servicios de culto de la sinagoga. La diferencia fundamental entra las dos era la proclamación mesiánica, que estaba presente solamente en el culto Cristiano.

Instrucciones relacionadas a la Música.
En las epístolas se encuentran pocas instrucciones relacionadas a la música de la iglesia. Santiago declara que si una persona está contenta “cante alabanzas” (Santiago 5:13) Esto implica que cantar debe surgir de un corazón alegre. Se presume que el cantar alabanzas no ocurre solamente en una forma privada en el hogar, también sucede de una manera pública en la iglesia. Otros textos sugieren que cantar himnos de alabanza era una parte importante del servicio de la iglesia.
La información más específica nos llega de Pablo, que nos provee de información relacionada al rol de la música en los servicios de culto del Nuevo Testamento. En el contexto de sus admoniciones relacionadas a las manifestaciones de exaltación a la iglesia de los Corintios, Pablo llama a un balance en la producción de música, urgiendo a que el canto sea hecho con la mente como así también con el espíritu: “cantaré con el espíritu y también con el entendimiento” (1 Corintios 14:15) Aparentemente, algunos cantaban con éxtasis sin involucrar en ello a la mente. Cantar sin sentido es como hablar sin sentido. Ambos deshonran a Dios, porque, como Pablo dice: “Dios no es un Dios de confusión, sino de paz” (1 Corintios 14:33)
El mandato de Pablo, de cantar con la mente, o con entendimiento, es relevante para nosotros hoy día, cuando el canto en algunas iglesias carismáticas consiste en arranques emocionales de gritos de éxtasis, que no pueden ser entendidos. Nuestro cantar debe ser con entendimiento porque Dios espera de sus criaturas inteligentes “un culto racional” (Romanos 12:2 - logike, en griego significa lógico)
El cantar debe ser para lograr una edificación espiritual y no una estimulación física. Pablo dice: “cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación” (1 Corintios 14:26) Este texto sugiere que el servicio del culto era más bien informal, como en la sinagoga. Cada uno contribuía con algo a la experiencia del culto.
Algunos miembros contribuían con el servicio de himnos. Lo más probable es que un himno era una composición nueva y consistía en un canto de alabanza dirigida a Cristo. Los eruditos bíblicos han identificado varios himnos “centrados en Cristo” en el Nuevo Testamento. El punto importante es que el canto, como todas las partes del servicio del culto, era para edificar a la congregación. El principio bíblico, entonces, es que la música de la iglesia debiera contribuir a la edificación espiritual de los creyentes.
Salmos, Himnos y Cantos espirituales
Los otros dos otros textos paulinos que quedan (Efesios 5:19; Colosenses 3:16) son los más informativos acerca de la música en el Nuevo Testamento. Pablo estimula a los Efesios a “ser llenos del Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones” (Efesios 5:18,19) De una manera similar, el apóstol amonesta a los Colosenses: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos, himnos y cánticos espirituales” (Col. 3:16)
Ambos pasajes proveen una temprana indicación de cómo la iglesia apostólica diferenciaba los salmos, himnos y canciones espirituales. Es difícil de trazar una distinción rápida y precisa entre estos términos. Muchos eruditos coinciden en que los tres términos por separado se refieren a las varias formas de composiciones musicales usadas en el servicio del culto.
Los salmos, seguramente eran esos del Antiguo Testamento, aunque es probable que haya habido algunas adiciones cristianas. Los himnos deben haber sido canciones nuevas, de alabanza, dirigidas a Cristo. Algunas evidencias de esos himnos “centrados en Cristo” aparecen en el Nuevo Testamento (Efesios 5:14; 1 Timoteo 3:16; Fil. 2:6-11; Col. 1:15-20; Heb. 1:3) Las canciones espirituales se referían probablemente a canciones espontáneas de alabanza, que el Espíritu inspiraba en los labios de los adoradores embelesados (1 Cor. 14:15)
La frase “hablando unos a otros con salmos, himnos y canciones espirituales” sugiere que el canto era interactivo. Presumiblemente, algo del canto era responsorial, con la congregación contestando a un líder de canto. El canto debía ser con “acción de gracias” y “con todo el corazón”. A través de su canto, los cristianos expresaban tener el corazón lleno de gratitud “al Señor” por su maravillosa provisión de salvación.

Himnos centrados en Cristo
Mientras que en la sinagoga el canto era “centrado en la palabra”, es decir, designado para alabar a Dios cantando Su Palabra; el canto de la iglesia del Nuevo Testamento era “Cristo-céntrica”, es decir, designada para exaltar los logros de redención de Cristo.
Un buen ejemplo de un himno “Cristo-céntrico” es el de 1 Timoteo 3:16, que consiste un una sentencia introductoria “e indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad), y es seguido por las siguientes seis líneas:
Dios fue manifestado en carne,

Justificado en el Espíritu,

Visto de los ángeles,

Predicado a los gentiles,

Creído en el mundo,

Recibido arriba en gloria.
Este himno encierra en una manera críptica la verdad fundamental del mensaje del Evangelio. Como Ralph Martín explica, “por medio de una serie antitética de coplas en las que la segunda línea complementa el pensamiento de la primera, el mensaje del Evangelio . . . es presentado. Trata los dos órdenes del mundo, lo divino y lo humano; y muestra como Cristo a juntado las dos esferas por medio de su venida desde la gloria de la presencia de su Padre a este mundo (‘revelado en carne’ Juan 1:14; Rom. 8:3) y por medio de elevar a la humanidad otra vez al reino divino. Entonces el cielo y la tierra se unen y Dios y el hombre se reconcilian”. (27)
La celebración de la redención de Cristo es el tema básico de otro himno del Nuevo Testamento (Fil. 2:6-8; Col 1:15-20; Heb 1:3), y especialmente en el libro de Apocalipsis, donde el coro angélico que está alrededor del Trono de Dios y canta un canto nuevo diciendo “Digno es de tomar el libro y de abrir sus sellos; Porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación, y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes”, (Apoc. 5:9-10) El canto “Cristo-céntrico” practicado por la iglesia terrenal refleja el canto “centrado en el Cordero” practicado por las criaturas vivientes en el cielo.
Un Testigo pagano
La evidencia que más habla de cantos “Cristo-céntricos” interpretados por la iglesia primitiva se encuentra en la correspondencia privada entre el Gobernador Romano Plinio y el Emperador Trajano. En una carta escrita en el año 112 d.c., Plinio reportaba al emperador que había torturado a una joven diaconisa cristiana, con el objetivo de descubrir posibles crímenes cometidos por los cristianos en sus reuniones religiosas.
Para su sorpresa, Plinio encontró que “La suma total de sus culpas o la cantidad de sus errores no es más que esto. Ellos se han encontrado regularmente antes del amanecer en días preestablecidos para cantar alternativamente versos entre ellos mismo en honor a Cristo, como a un dios, y también para unirse a sí mismos en voto, no con propósitos criminales, sino para abstenerse de hurto, robo y adulterio, no quebrantar contratos de confianza y no negar un depósito cuando se pedía que lo devuelvan”.
¡Qué inspirador testimonio pagano acerca del culto de los cristianos primitivos! Los cristianos llegaron a ser conocidos por cantar “a Cristo como a un dios”, y por comprometerse a sí mismos a seguir su ejemplo de vida, de pureza y honestidad. Es evidente que el tema principal de sus cantos era Cristo. Ellos testificaban al Señor cantando acerca de Él y viviendo vidas devotas en su honor.
El testimonio del canto del Nuevo Testamento es relevante para nosotros hoy. ¿Son nuestros cantos “Cristo-céntricos” cómo los de la iglesia apostólica? ¿Alaba nuestra música al Salvador por el logro pasado, presente y futuro de redención? ¿Nos da una apreciación más grande por el amor creativo y redentor de Cristo?.
Si te sientes tentado a escuchar música rock, pregúntate a ti mismo: ¿me ayuda el pulso, ritmo y letra de esta música a apreciar la pureza, majestuosidad y santidad de Cristo? ¿Magnifica Su carácter? ¿Tiene palabras apropiadas, una tonada pura, y una bella melodía? La música acerca de Cristo debiera ser como Cristo, reflejando la pureza y amor de su carácter.
No había música instrumental en la Iglesia Primitiva
Ninguna de las referencias del Nuevo Testamento a la música hace ninguna alusión a instrumentos musicales utilizados por los cristianos del Nuevo Testamento para acompañar sus cantos. Aparentemente, los cristianos seguían la tradición de la sinagoga en la prohibición del uso de instrumentos musicales en los servicios de la iglesia debido a su asociación con lo pagano.
Indudablemente, Pablo entendió que la música podía ser una fuente efectiva de ayuda para que la iglesia lleve a cabo las abrumadoras tareas de evangelización de los gentiles. Él sabía lo que era útil para atraer a la gente. Él dice: “porque los judíos demandan señales y los griegos buscan sabiduría” (1 Cor. 1:22) Pero no eligió usar el lenguaje de los judíos o de los gentiles para proclamar el evangelio. ¿Porqué? Porque él quería alcanzar a la gente, no dándoles lo que ellos querían, sino proclamándoles lo que necesitaban. “pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; Mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Cor. 1:23-24)
La franca condena de los instrumentos musicales, algunas veces incluso el arpa y la lira, está presente en numerosos escritos de autores cristianos primitivos. En su disertación acercad de Aspectos Musicales del Nuevo Testamento, William Smith concluye su investigación de la crítica actitud de los lideres de la iglesia hacia el uso de instrumentos musicales enumerando varias razones. Las tres primeras son: “(a) Más importante que todo, por lo menos ostensible, parece ser la asociación de los instrumentos con el culto pagano. (b) El uso de instrumentos, de excesos seculares como en el teatro y el circo. (c) La sensualidad de la música instrumental y sus efectos estéticos” (29)
Contrariamente a la filosofía en boga que la música rock puede ser adoptada y adaptada para alcanzar a la sociedad secular, los cristianos primitivos se distanciaban a sí mismos no-solo de las canciones seculares sino también de los instrumentos musicales usados para entretenimiento secular y cultos paganos. En su libro El Puente Sagrado (The Sacred Bridge), Eric Werner concluye su estudio acerca de música en la iglesia primitiva: “hasta el tercer siglo, las fuentes cristianas reflejan casi la misma actitud hacia la música Helenística así como al Judaísmo contemporáneo. La misma falta de confianza a los acompañamientos instrumentales en las ceremonias religiosas, el mismo horror de la flauta, timbal (tambor), y címbalo, los accesorios de los misterios orgiásticos está aquí en evidencia” (30) El mismo punto está enfatizado en “The New Grove’s Dictionary of Music and Musicians” (El diccionario de música más especializado que existe) en su descripción de la iglesia primitiva: “La prohibición de la danza en los servicios de culto muestra que lo rítmico no tenía mucho lugar en la liturgia”. (31)
No podemos aprobar el rechazo radical de los cristianos primitivos a todos los instrumentos musicales para el servicio del culto simplemente porque eran usados por los paganos en su vida social y religiosa. Pero si debemos admirarlos por reconocer el peligro de traer a la iglesia la música y los instrumentos que están asociados con un estilo de vida pagano.
La iglesia cristiana entendió la verdad fundamental de que adoptando música pagana, y los instrumentos para producirla, podría eventualmente corromper el mensaje, identidad y testimonio Cristianos, además de tentar a la gente a volver a caer en su estilo de vida pagano. Eventualmente esto fue lo que pasó. Empezando en el siglo cuatro, cuando el Cristianismo llegó a ser la religión del imperio, la iglesia trató de alcanzar a los paganos adoptando algunas de sus prácticas, incluyendo la música. El resultado ha sido la secularización gradual del Cristianismo, un proceso que continúa hoy en día. La lección de la historia es clara. La evangelización de la gente con su lenguaje secular, finalmente resulta en la secularización de la iglesia misma.
EL BAILE (LA DANZA) EN LA BIBLIA
La pregunta final que queremos abordar es la del baile (danza) en la Biblia. Históricamente, la Iglesia Adventista a mantenido el concepto que la Biblia no acepta el baile, especialmente en el contexto del servicio de culto. En años recientes, de todas maneras, esa cuestión ha sido reexaminada, especialmente por lideres Adventistas jóvenes que claman haber encontrado sustento bíblico para el Baile
¿Bailamos?
Un buen ejemplo de esta corriente es el simposio ¿Bailamos? (Shall We Dance) Redescubriendo los estándares “Cristo-céntricos”. Esta investigación fue producida por unos veinte contribuyentes y está basada en los hallazgos del estudio de la “Génesis de los valores” (Valuegenesis Study) Este estudio es el proyecto más ambicioso que se haya tomado por la iglesia adventista para determinar con que eficacia la iglesia transmite sus valores a las nuevas generaciones.
La contratapa de ¿Bailamos? Indica que este libro es “producido conjuntamente por el Departamento de Educación de la División Norteamericana y el Centro John Hancock de Ministerios Jóvenes (John Hancock Center for Youth Ministry), la Universidad La Sierra, y La Sierra University Press”. El patrocinio de estas importantes cuatro instituciones de la Iglesia Adventista, sugiere que el contenido del libro refleja el pensamiento de las instituciones Adventistas más importantes.

Hay cuatro capítulos dedicados a la danza y escritos por cuatro autores diferentes. La conclusión dice “El baile es un componente del culto divino. Cuando estudiamos las escrituras, encontramos que lo que ella dice en cuanto al baile y bailar, no solamente no lo condena sino que en algunos casos lo prescribe totalmente: “Alabadle a son de bocina; Alabadle con salterio y arpa. Alabadle con pandero y danza; Alabadle con cuerdas y flautas. (Salmos 150:3-4)”
El pasaje continúa diciendo: “Media hora con una buena concordancia nos deja impresión persistente que hay más en la verdadera perspectiva Bíblica acerca de la danza de la que conocieron nuestros ojos adventistas previamente. De 27 referencias al baile (Danza, danzas, danzar, danzado) en las Escrituras, solo cuatro ocurren en un contexto claramente negativo, e incluso estas referencias en ningún lugar describen el baile como objeto de desagrado de Dios”.
Ese capítulo presenta un sorprendente desafío a la iglesia Adventista: “Tan desafiante como lo es a nuestra noción de respetabilidad y decoro, parece evidente que los Adventistas debieran repensar y estudiar la inclusión de danzas como parte del culto a Dios, por lo menos en comunidades selectas y en ocasiones especiales”.

Tres Defectos Importantes
Después de examinar no “media hora” si no varios días examinando la información bíblica que es relevante en el baile (danza), encontré que estas conclusiones son insostenibles y que el desafío es innecesario. Con el propósito de ser claro, quisiera responder a la posición de que “el baile es un componente del culto divino” en la Biblia analizando lo que desde mi punto de vista, son los defectos más importantes de esta posición.
El punto de vista de que el baile (danza) en la Biblia es un componente del culto divino, descansa mayormente en una interpretación injustificada de Salmos 149:3 y 150:4, donde encontramos la invitación de alabar al Señor “con danza” (baile) Para muchas personas, estos textos proveen el sustento bíblico mas fuerte para la danza religiosa en la iglesia y el baile social fuera de la iglesia.
La razón de esto es que si el baile es un componente bíblico del culto divino, entonces debe ser aceptado también como una forma legítima de entretenimiento social. Esta presuposición tan popular está basada en una lectura superficial y una interpretación imprecisa de los dos textos en cuestión. Más allá de eso, esta suposición ignora la exclusión consistente de cualquier forma de baile religioso en los servicios del Templo, así como la naturaleza de la danza social en los tiempos bíblicos, la que era radicalmente diferente a los bailes románticos de hoy día.
Lingüísticamente hablando, la traducción del término hebreo machowal como “bailando” en Salmos 149:3 y como “baile” en Salmo 4, es discutible. Algunos eruditos creen que la palabra machowal deriva de chuwl, que significa “hacer un lugar, o abrirse” -como una alusión a un instrumento de viento (familia de las flautas) De hecho la lectura marginal dada por la versión King James, en Salmo 149:3 dice: “dejadles alabar mi nombre en la danza” [ o con una “flauta” margen de KJV] Igualmente el Salmo 150:4 dice: “ Alabadle con tamboril y danza” [o “flauta”, margen de KJV]
La lectura marginal de la Versión King James, es sostenida por el contexto de ambos textos, Salmos 149:3 y 150:4, donde el término machowal aparece en el contexto de una lista de instrumentos a ser usados en la alabanza al Señor. En Salmos 150 esta lista incluye ocho instrumentos: trompeta, salterio, arpa, tamboril, instrumentos de cuerdas, órganos, címbalos y címbalos chocados (KJV) Ya que el salmista está haciendo una lista de todos los instrumentos que se pueden usar para alabar al Señor, es muy razonable asumir que el machowal también es un instrumento musical, cualquiera sea su naturaleza.
Otra consideración importante el lenguaje figurativo de estos dos salmos, los que difícilmente permiten una interpretación literal de baile en la casa de Dios. En Salmos 149:5 se alienta a la gente a alabar al Señor en sus “camas”. En el versículo 6, la alabanza debe hacerse con “espadas de dos filos en las manos”. En los versículos 7 y 8, el Señor debe ser alabado por “castigar a los pueblos, por aprisionar a sus reyes con grillos, y a sus nobles con cadenas de hierro”. Es evidente que el lenguaje utilizado es figurado, porque es difícil de creer que Dios espere que el pueblo lo alabe estando parado o saltando en las camas o cuando están sosteniendo espadas de dos filos.
La misma verdad se encuentra en Salmos 150, que habla de alabar a Dios, en una manera muy figurativa. El salmista hace un llamado al pueblo de Dios, de alabarlo por “sus proezas” (versículo 2) en cada lugar posible y con cada instrumento musical disponible. En otras palabras, el salmo menciona el lugar para alabar a Dios, el cual es llamado “su santuario” y “la magnificencia de su firmamento”; la razón para alabar a Dios, es decir: “por sus proezas. . . conforme a la muchedumbre de su grandeza” (Vers. 2) y los instrumentos a ser usados para alabar al Señor, es decir, los ocho mencionados anteriormente.
Este salmo solo tiene sentido si tomamos su lenguaje como algo altamente figurativo. Por ejemplo, no hay manera de que el pueblo de Dios alabe al Señor “en la grandeza de su firmamento”, porque ellos viven en la tierra y no en el cielo. El propósito del salmo no es el de especificar el lugar y los instrumentos a ser usados para la adoración en la música de la iglesia. Tampoco intenta dar permiso para bailar para el Señor en la iglesia. En vez de ello, su propósito es invitar a todo lo que respira o produce sonidos a alabar al Señor en todas partes. Interpretar este salmo como un permiso para bailar, o para usar percusión en la Iglesia, es interpretar equivocadamente la intención del Salmo y contradecir las reglas que el mismo David dio con relación al uso de instrumentos en la Casa de Dios.
No había música bailable o instrumentos en el Servicio Divino.
David fue el fundador del ministerio de la música en el Templo. El no solamente instituyo los momentos, lugares y las palabras en las interpretaciones del coro de Levitas, sino también él “fabricó” instrumentos especiales para ser usados en ese ministerio (1 Crónicas 23:5; 2 Crónicas 7:6) Esta es la razón por la que son llamados “los instrumentos de David” (2 Crónicas 29:26-27)
Los dos instrumentos que acompañaban al coro de levitas eran el arpa y la lira, que son llamados “los instrumentos del canto” (2 Crónicas 5:13) o “los instrumentos de canto de Dios” (1 Crónicas 16:42) Como lo indica la descripción de sus nombres, su función era la de acompañar los cantos de alabanza y acción de Gracias al Señor (1 Crónicas 23:5; 2 Crónicas 5:13) Los músicos que interpretaban el arpa y la lira, podía también cantar los cantos con su propio acompañamiento (1 Crónicas 9:33; 15:16, 19, 27; 2 Crónicas 5:12-13; 20:21) En su libro, The Music of the Bible in Christian Perspective, (La música de la Biblia desde una perspectiva Cristiana), Garen Wolf explica que “los instrumentos de cuerda debían ser usados extensamente para acompañar el canto, ya que ellos no cubrían las voces de la “Palabra de Jehová”, que estaba siendo cantada” (2) Se tenía mucho cuidado al asegurarse que la alabanza vocal del coro de levitas no sea ensombrecida por el sonido de los instrumentos.
Instrumentos de percusión asociados con el baile, como tamboriles, panderetas o tambores, nunca fueron permitidos en los servicios religiosos del Templo. ¿Porqué? No porque su sonido haya sido malo en sí mismo, sino porque esos instrumentos eran usados comúnmente para producir música de entretenimiento, la que era inapropiada para la alabanza en la Casa de Dios. Al prohibir instrumentos asociados con la música con estilo de baile, el Señor le enseñó a Su pueblo la distinción entre la música sacra utilizada en el Templo, y la secular, con estilo de entretenimiento de la música utilizada en la vida social. La restricción del uso de los instrumentos tenía el propósito de ser una regla obligatoria para generaciones futuras. Cuando el Rey Exequias revivió el culto en el Templo en el año 715 a.c., siguió meticulosamente las instrucciones dadas por David. Leemos que el rey “puso levitas en la casa del Señor con címbalos, harpas y liras, de acuerdo al mandamiento de David. . . porque dicho mandamiento venía de Dios a través de sus profetas (2 Crónicas 29:25) Los címbalos eran usados para marcar la transición entre estrofas.
Dos siglos y medio más tarde, cuando el templo fue reconstruido por Esdras y Nehemías, las mismas restricciones fueron aplicadas otra vez. No se permitieron instrumentos de percusión para acompañar al coro de levitas o tocar como una orquesta en el Templo (Esdras 3:10; Nehemías 12:27, 36) Esto confirma que esta regulación era clara y obligatoria durante muchos siglos. El canto y la música instrumental del Templo, tenían que ser diferentes a la usada en la vida social del pueblo.
Baile Social
Un estudio de las 28 referencias al baile en la Biblia, indica que el baile en esta era esencialmente para celebraciones sociales y eventos especiales, tales como victorias militares, festivales religiosos y reuniones familiares. Estos bailes (danzas) eran procesionales, en círculos o extáticos. Mayormente a cargo de mujeres y niños.
No hay indicaciones bíblicas que los hombres y las mujeres bailaban (danzaban) juntos en parejas de una manera romántica. Como H. Wolf observa “Mientras que el modo de bailar no es conocido en detalle, es claro que hombres y mujeres, generalmente no danzaban juntos, y no hay evidencia real de que alguna vez lo hayan hecho”. Y más allá de esto, como fue mencionado anteriormente, el baile en la Biblia nunca fue hecho como parte del culto divino en el Templo, sinagoga o en la iglesia primitiva.
Los bailes (danzas) mencionados en la Biblia tenían lugar en los eventos sociales incluso con connotaciones religiosas, porque tenían lugar en el contexto de eventos religiosos, tales como los festivales anuales. Estos pueden ser comparados con las celebraciones anuales de carnaval que se llevan a cabo en países católicos, con bailes coloridos. Ningún católico podría considerar dichos bailes como parte de los servicios del culto. Lo mismo es verdad para los varios tipos de bailes (danzas) mencionados en la Biblia. Hombres y mujeres bailaban, no como parejas y en forma romántica sino en procesiones o en danzas circulares. Viendo la orientación religiosa de la sociedad Judía, estos bailes (danzas) de tipo folclórico son caracterizados como bailes religiosos. Pero no hay indicaciones en la Biblia que ninguna de estas formas de baile estaba asociada con el servicio del culto en la Casa de Dios. Una distinción importante debe hacerse entre la música religiosa interpretada para entretenimiento en un ámbito social y la música sacra interpretada en el culto en el Templo. No debemos olvidar que toda la vida de los israelitas tenía una orientación religiosa. El entretenimiento era provisto, no por conciertos o obras teatrales en un teatro o circo, sino por las celebraciones de los eventos y festivales religiosos, muchas veces a través de los bailes folclóricos a cargo de hombres y mujeres por separado.
Aquellos que apelan a las referencias bíblicas a la danza para justificar los bailes románticos modernos o fuera de la iglesia ignoran la gran diferencia que hay entre las dos. Pocas personas en nuestros días estarían interesadas en participar de los bailes folclóricos mencionados en la Biblia, simplemente porque no había contacto físico entre hombres y mujeres. Cada grupo de hombres, mujeres y niños hacían su propio “show”, que en muchos casos era una especie de marcha con cadencias rítmicas.
En Etiopía, donde muchas costumbres judías han sobrevivido, incluso el guardar el sábado, presencié “La danza alrededor del Arca” a cargo de sacerdotes Cópticos. Francamente, no he podido entender porque le llaman a eso “baile”, ya que es meramente una procesión de sacerdotes que marchan en un círculo con ciertas cadencias rítmicas alrededor del arca. Aplicar la noción bíblica del baile al baile moderno es engañar, por decir poco, porque hay un mundo de diferencias entre los dos.